EL VALOR DE LA FILOSOFÍA

El valor de la filosofía no depende de un supuesto cuerpo de conocimientos seguros y precisos que puedan adquirir los que la estudian.
De hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado en una larga medida en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio; los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas. Desde el momento en que empezamos a filosofar, hallamos, por el contrario... posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre. ...Se rechaza así el dogmatismo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y guarda vivaz nuestro sentido de la admiración.
Aparte de esta utilidad de mostrarnos posibilidades insospechadas, la filosofía tiene un valor - tal vez su máximo valor – por la grandeza de los objetos que contempla y la liberación de los intereses mezquinos y personales que resultan de aquella contemplación. La vida del hombre instintivo se halla encerrada en el círculo de sus intereses privados: la familia y los amigos pueden incluirse en ella, pero el resto del mundo no entra en consideración, salvo en lo que puede ayudar o entorpecer lo que forma parte del círculo de los deseos instintivos. Esta vida tiene algo de febril y limitada. En comparación con ella, la vida del filósofo es serena y libre.
(...) Es la diferencia entre la esclavitud y el servilismo intelectual, por un lado, y la autonomía y la libertad, por otro. (...) Para resumir... la filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea sino por los problemas mismos, porque estos problemas amplían nuestra concepción de lo posible, enriquecen nuestra actividad intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que cierra el espíritu a la investigación.”
B. RUSSELL “Los problemas de la filosofía”