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Primo Levi

¿Se puede sobrevivir a un acontecimiento desmesurado, sin comparación; el horror en estado puro? Sí; con mucha fortuna, sí. Pero ¿se puede sobrevivir y mantener la lucidez?
PRIMO LEVI es la respuesta afirmativa a esta segunda pregunta.

Nació Levi en Turín, en 1919, en una familia judía de origen sefardí, en unos tiempos que bien pronto se volverían convulsos. Allí estudió y se licenció en Químicas, y a la investigación se dedicaba hasta que, con la subida al poder del fascismo de Mussolini, entra en la resistencia antifascista.
Cuando los alemanes intervienen en Italia, es detenido en 1943 por las autoridades fascistas y tras ser entregado a los nazis, es deportado, en 1944 a Auschwitz – Birkenau.
Consiguió sobrevivir hasta la liberación del campo por las tropas soviéticas el 27 de enero de 1945.
Desde entonces, su vida es el testimonio del horror, de la barbarie, de la crueldad sin límites y sin sentido.

Tres obras autobiográficas dan una desgarradora visión de la barbarie nazi: Si esto es un hombre (1947), La Tregua (1958) y Los hundidos y los salvados (1986)

Hubo, efectivamente, sagaces “avisadores del fuego” que supieron leer en su tiempo la catástrofe que se avecinaba, pero ni siquiera ellos pudieron pensar lo que ocurrió. Lo que ocurrió fue impensado e impensable y cuando lo impensable ocurre se convierte en lo que da que pensar. Auschwitz es un laboratorio del mal y su importancia consiste en que ahí podemos descubrir aspectos del mal que actúan en otras muchas circunstancias pero disimuladamente.
REYES MATE, Primo Levi, el testigo

Ser testigo de un acontecimiento inimaginable, pero sabiéndose no ser el testigo total pues se ha sobrevivido. Hablar, contar lo que otros no pueden relatar. Hacer de la supervivencia el vehículo único que hace posible el testimonio.
Algunos otros también lo han hecho: Jean Amery, Robert Antelme, Elie Wiesel, Imre Kertesz, Wladyslaw Szpillman, Jorge Semprún … pero Levi manifiesta una lucidez excepcional.

El 11 de abril de 1987 muere al ¿caer – arrrojarse? Por el hueco de la escalera de su casa.



EL PAÍS, 11/4/2007

El 11 de abril de 1987, Primo Levi recibió, como todos los días, la visita de la portera, que le subía la correspondencia. La saludó, tomó el paquete de cartas y se despidió afablemente. Minutos después, la portera escuchó un ruido. El cuerpo de Primo Levi yacía en un rellano. La policía supuso que el superviviente de Auschwitz se había suicidado arrojándose por las escaleras. Hoy se cumplen 20 años de la muerte de Levi, autor de uno de los pocos libros imprescindibles del siglo XX: Si esto es un hombre. Numerosas iniciativas en Italia, Francia y Estados Unidos conmemoran el aniversario.

Primo Levi (Turín, 1919-1987) fue entregado a la Gestapo en febrero de 1944, en cumplimiento de las leyes raciales de Benito Mussolini. Era judío. Le correspondían, por tanto, la deportación y la muerte. El joven licenciado en Química sobrevivió gracias a sus conocimientos (los alemanes le emplearon como técnico-esclavo en una factoría de I. G. Farben) y a una escarlatina que estuvo a punto de matarle, pero le evitó una nueva y fatal deportación hacia Alemania cuando las tropas rusas llegaron a Polonia. La suya fue una supervivencia relativa.

El Corriere della Sera publicó ayer un texto inédito de Levi. Era un guión radiofónico propuesto en 1963 a la RAI, la radiotelevisión pública italiana.(…). El guión hablaba de los últimos días en Auschwitz, con los alemanes ya huidos y los enfermos abandonados, y explicaba, una vez más, que ningún prisionero escapó nunca de aquel campo de exterminio. Algunos, como el propio Levi, salieron con vida. Pero siguieron presos para siempre, sólo relativamente vivos.
Éste es un fragmento del texto: "26 de enero. Estamos solos, abandonados en un universo de muertos y larvas. El último rastro de civilización ha desaparecido de nuestro alrededor y de nuestro interior. La obra de bestialización emprendida por los alemanes triunfantes ha sido cumplida por los alemanes derrotados. Es hombre quien mata, es hombre quien sufre o comete una injusticia: no es hombre quien ha perdido toda decencia y comparte su lecho con un cadáver. Quien ha esperado que su vecino acabara de morir para quitarle un pedazo de pan puede ser inocente, pero está señalado, condenado, maldito".

El tema es el mismo de Si esto es un hombre, el relato que Primo Levi escribió en 1946, inmediatamente después de su retorno a Turín. El editor Einaudi rechazó el manuscrito, publicado de forma casi simbólica (2.500 ejemplares) por una editorial minúscula. Levi se dedicó a su trabajo en Siva, una fábrica de pinturas en la que desarrolló toda su vida profesional. En 1956, Einaudi detectó que el público empezaba a interesarse por el exterminio judío en Europa y rescató el libro. No ha dejado de reeditarse desde entonces. Levi escribió otras piezas, como La tregua, una espléndida narración de su regreso a pie desde Auschwitz hasta Turín; El sistema periódico, una colección de relatos breves asociados a elementos químicos, o la novela La llave estrella.




María LUJÁN LEIVA, Primo Levi, una reflexión que nos incluye


Prólogo a Primo Levi, Entrevista a sí mismo
Buenos Aires, Ed. Leviatán, 2002
Fuente: Rebelión, 11 de abril del 2003


Primo Levi es un referente ético y un pensador crítico..
Medita, dialoga, discute sobre temas de no fácil resolución, que exigen rigurosidad de pensamiento, superación de contradicciones y de intereses individuales y sectoriales..Primo Levi debate sobre el "perdón" a los culpables. Levi no exculpa a los responsables, rechaza de plano la obediencia debida, aunque reconozca las zonas grises. Levi no acepta la coartada de la ignorancia por parte de amplios sectores de la sociedad de los horrores del nazismo, censura el facilismo de refugiarse -antes y después- en la comodidad del no saber, que exorciza la angustia y es el reaseguro del no compromiso..

Primo Levi no banaliza. Señala, acusa, responsabiliza, estudia, conoce..
Primo Levi exige conocer y se exige conocer. Conocer significa no sólo indagar en la memoria de víctimas y victimarios, en los recuerdos, sino exigir los documentos, descubrir las redes de complicidad, develar el sistema educativo, las redes bancarias, los compromisos de las altas esferas internacionales..
Sin embargo para Levi, como para las personas honestas, el nazismo tiene algo de inexplicable en su ignominia, "[P]ero en el odio nazi no hay racionalidad: es un odio que no está en nosotros, está afuera del hombre, es un fruto venenoso nacido del tronco funesto del fascismo pero está afuera y más allá del mismo fascismo" . El nazismo está más allá de nosotros en su paroxismo, en su vileza, en su servilismo. "No me parece lícito explicar un fenómeno revirtiendo la culpa sobre un individuo (!los ejecutores de las órdenes no son inocentes!"..


Entre los personajes de la obra de Primo Levi hay uno que parece ser el ideal humano del escritor. Ideal por las virtudes humanas que lo singularizan ,aunque personaje real, histórico. Se trata de Alberto, el compañero muerto en el Lager de Auschwitz, con cualidades humanas quizás no difíciles de encontrar ni heroicas, aunque subvaluadas y amenazadas en el mundo de la prepotencia, la hipocresía y el desinterés por la suerte de los otros. Las cualidades de Alberto eran ser "fuerte" y "manso", el requisito personal de la resistencia a lo que Levi llama -en magnífica metáfora- "las armas de la noche".. Es la victoria de lo humano que permite la esperanza, que no le da la victoria definitiva ni plena al racismo, al oprobio, al colonialismo, o a la humillación..
Porque la recuperación de la humanidad de los prisioneros de Auschwitz -la inhumanidad del sistema nazi se contagiaba también a los prisioneros- se da, como lo escribe Levi, con la recuperación de la solidaridad..


El mensaje de Primo Levi es de coraje , de honestidad, de denuncia del fascismo y del nazismo de la Segunda Guerra y del nazismo infiltrado en el mundo de la postguerra. Levi denuncia el nazismo de Treblinka, Dachau y de Auschwitz, pero también -con fuerza y dolor- las crueldades del ejército francés durante la guerra de liberación del pueblo argelino, la crueldad americana de los bombardeos sobre los vietnamitas y la responsabilidad del gobierno israelí en la masacre de los refugiados palestinos de Sabra y Chatila (Líbano) en 1982..
Las palabras finales de esta entrevista que Primo Levi se hace a sí mismo y que aquí presentamos , son su legado en primera persona y señalan el pivote de la resistencia humana ante el naufragio, la crisis de valores, las guerras, la opresión, "reconocer siempre, incluso en los días más oscuros, en mis compañeros y en mí mismo los hombres y no las cosas"..


Primo Levi se suicida en su casa de Turin en la primavera boreal de 1987. Un año antes había escrito Los hundidos y los salvados , obra de reflexión y de reacción ante el negacionismo, la ahistoricidad y la superficialidad de la década.
La agonía de las horas inciertas lo asaltó y puso fin a su vida. Mas sus escritos ,su legado de análisis y rescate de la dignidad humana le han dado sentido a su muerte como lo hicieron con su vida de sobreviviente del genocidio



SI ESTO ES UN HOMBRE. Presentación.


Tuve la suerte de no ser deportado a Auschwitz hasta 1944, y después de que el gobierno alemán hubiera decidido, a causa de la escasez creciente de mano de obra, prolongar la media de vida de los prisioneros que iba a eliminar concediéndoles mejoras notables en el tenor de vida y suspendiendo temporalmente las matanzas dejadas a merced de particulares.
Por ello, este libro mío, por lo que se refiere a detalles atroces, no añade nada a lo ya sabido por los lectores de todo el mundo sobre el inquietante asunto de los campos de destrucción. No lo he escrito con la intención de formular nuevos cargos; sino más bien de proporcionar documentación para un estudio sereno de algunos aspectos del alma humana. Habrá muchos, individuos o pueblos, que piensen más o menos conscientemente, que “todo extranjero es un enemigo”. En la mayoría de los casos esta convicción yace en el fondo de las almas como una infección latente; se manifiesta solo en actos intermitentes e incoordinados, y no está en el origen de un sistema de pensamiento. Pero cuando éste llega, cuando el dogma inexpresado se convierte en la premisa mayor de un silogismo, entonces, al final de la cadena está el Lager: Él es producto de un concepto de mundo llevado a sus últimas consecuencias con una coherencia rigurosa: mientras el concepto subsiste las consecuencias nos amenazan. La historia de los campos de destrucción debería ser entendida por todos como una siniestra señal de peligro.
Me doy cuenta, y pido indulgencia por ellos, de los defectos estructurales del libro. Si no en acto, sí en la intención y en su concepción, nació en los días del Lager. La necesidad de hablar a “los demás”, de hacer que “los demás” supiesen, había asumido entre nosotros, antes de nuestra liberación y después de ella, el carácter de un impulso inmediato y violento, hasta el punto de que rivalizaba con nuestras demás necesidades más elementales; este libro lo escribí para satisfacer esta necesidad, en primer lugar, por lo tanto, como una liberación interior. De aquí su carácter fragmentario: sus capítulos han sido escritos no en una sucesión lógica sino por su orden de urgencia. El trabajo de empalmarlos y de fundirlos lo he hecho según un plan posterior.Me parece superfluo añadir que ninguno de los datos ha sido inventado.

Los que vivís seguros
en vuestras casas caldeadas,
los que os encontráis, al volver por la tarde,
la comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
quien trabaja en el fango
quien no conoce la paz
quien lucha por la mitad de un panecillo
quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
quien no tiene cabellos ni nombre
ni fuerzas para recordarlo
vacía la mirada y frío el regazo
como una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
grabadlas en vuestros corazones
al estar en casa, al ir por la calle,
al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
la enfermedad os imposibilite,
vuestros descendientes os vuelvan el rostro.





Ante uno de los mayores, más inmensos naufragios de la humanidad, Levi es como una pequeña pero firme luz que alumbra en la oscuridad más tenebrosa.
Y no ahorra clarividencia –una honda y abismal lucidez descarnada- ni siquiera cuando va en su contra; contra toda disculpa, contra toda coartada o justificación, rechazando vanos, falsos consuelos; sin concesiones ni siquiera consigo mismo.
Esta magnífica adaptación de uno de los capítulos de Si esto es un hombre es buena prueba de ello.






En esta página muchos más documentos, materiales sobre este autor imprescindible, pero imprescindible de verdad:
http://www.elortiba.org/primolevi11.html



Primo Levi regresó a Auschwitz, donde estuvo internado de febrero de 1944 hasta la liberación del campo en enero de 1945, dos veces en su vida: en 1965 y en 1982. En la segunda oportunidad concedió una entrevista a un equipo de la Televisión Italiana.

La entrevista concluye con esta pregunta
¿No le parece que los otros, los hombres, hoy en día quieren olvidar Auschwitz cuanto antes?
y esta respuesta de Levi:
Hay indicios que permiten pensar que quieren olvidar o algo peor: negar. Es muy significativo: quien niega Auschwitz es precisamente quien estaría dispuesto a volver a hacerlo.

Lo que arrastra el viento. AVISADORES DEL FUEGO

OBRAS MAESTRAS. Imprescindibles,oiga




PRIMO LEVI, Trilogía de Auschwitz

«Tuve la suerte de no ser deportado a Auschwitz hasta 1944, y después de que el gobierno alemán hubiera decidido, a causa de la escasez creciente de mano de obra, prolongar la vida media de los prisioneros que iba a eliminar». Así comienza Si esto es un hombre, libro que inaugura la trilogía que Primo Levi dedicó a los campos de exterminio. Crónica del horror cotidiano, el libro describe en el lenguaje mesurado y sobrio del testigo la espera de la nada, la privación cotidiana, el olvido de la condición humana de los prisioneros. Completan la Trilogía de Auschwitz dos obras posteriores: La tregua (1963), relato picaresco de las tribulaciones de un grupo de italianos, liberados de los campos nazis, que recorren durante meses los caminos de Europa central en compañía del Ejército Rojo, y Los hundidos y los salvados (1986), un ensayo en el que Primo Levi trata de comprender, a partir del ejemplo de los campos nazis, las condiciones y circunstancias que permiten la degradación del ser humano. (resumen de la obra, casadellibro.es)



Primo Levi reconoce una autoridad al testigo a la hora de enunciar la verdad en cualquier orden que sea. ¿De dónde le viene ese autoridad ?. No desde luego de que sepa más, ni de que sea mejor, sino sencillamente de que ha experimentado el lado oculto de la realidad, ese lado al que hasta ahora nadie daba importancia porque pensábamos que era una parte natural, inevitable e ineludible de la realidad: el sufrimiento. Un historiador del arte, un arqueólogo puede contar maravillas sobre las pirámides de Egipto. Valorará su novedad, el genio que la creó, los logros en técnica y arte que supuso su creación, pero sólo quien acarreó las piedras y levantó los sillares y vio cómo morían de agotamiento los que allí trabajaban, sólo ese tendrá la llave de la verdad de las pirámides.
(…) Levi pone un tope a la calidad de su testimonio. No puede desvelar toda la verdad, todo el horror vivido, porque ese es el secreto de los que han bajado al infierno y no han vuelto. Pero lo que dicen es vital para comprende lo que allí ocurrió y también para hacer elocuente el silencio de los que no pueden hablar.
(…) En el odio nazi no hay racionalidad: es un odio que no está en nosotros, está fuera del hombre, es un fruto venenoso nacido del tronco funesto del fascismo, pero está fuera y más allá del propio fascismo. No podemos comprenderlo, pero podemos y debemos conocer (él dice comprender) dónde nace y estar en guardia. Si comprender es imposible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también” (Levi, 1987, 208).
No podemos comprenderlo porque eso sería como justificarlo, pero debemos conocerlo. ¿Qué está queriendo decir?. Entiende por “comprender” aducir causas que expliquen adecuadamente lo ocurrido o, más exactamente, que la explicación que demos del proyecto nazi detecte una causa final capaz de convencernos de que para conseguir ese objetivo había que poner en marcha toda esa fábrica de muerte. (…)Pero que no podamos comprenderlo no significa que no podamos y debamos hablar de ello. Podemos conocer cómo ocurrió y sacar consecuencias muy ilustrativas “para un estudio sereno de algunos aspectos del alma humana”, como dice Levi (Levi, 1987)
Hubo, efectivamente, sagaces “avisadores del fuego” que supieron leer en su tiempo la catástrofe que se avecinaba, pero ni siquiera ellos pudieron pensar lo que ocurrió. Lo que ocurrió fue impensado e impensable y cuando lo impensable ocurre se convierte en lo que da que pensar. Auschwitz es un laboratorio del mal y su importancia consiste en que ahí podemos descubrir aspectos del mal que actúan en otras muchas circunstancias pero disimuladamente. (REYES MATE, Primo levi, el testigo, artículo publicado en el Instituto de Filosofía del Centro Superior de Investigaciones Científicas)


Desde aquí puedes acceder al artículo completo y a un apéndice de la primera de las obras escrito por el mismo Levi en 1976. Lo tenemos en PARA SABER aún MÁS.


Y además, Si esto es un hombre, la obra completa en este enlace:



Y una cosa más: una pintora española, Sofía GANDARIAS, que en el año 2000 pinta la serie Primo Levi: la memoria.

Dos cuadros de esa serie, el primero y el último:




Llegada a Auschwitz














El vacío

La serie completa en su página: http://gandarias.es/sr_primolevi/primolevi_es.html


Las tempestades, quizás nadie pueda detenerlas, pero alguien tiene que avisar de ellas, prevenirnos de que llegan, alertar de la desolación que provocan, vigilarlas. Alguien tiene que permanecer despierto cuando todos están dormidos (de EL LIBRO DE VISITAS) .




¿HASTA DÓNDE PUEDE LLEGAR EL SER HUMANO?









“El viaje no duró más que veinte minutos. Después el camión se paró y apareció una gran puerta, y encima de ella una leyenda vivamente iluminada (su recuerdo todavía me atormenta en sueños): ARBEIT MACHT FREI, ‘el trabajo os hará libres’.

Bajamos, nos hicieron entrar en una habitación grande y desnuda, débilmente caldeada. ¡Qué sed teníamos! El débil ruido del agua de los radiadores nos volvía locos: no habíamos bebido desde hacía cuatro días. Y, sin embargo, hay un grifo; encima, un cartel que dice que está prohibido beber porque el agua está contaminada. Tonterías; a mí me parece claro que el cartel es una burla, ‘ellos’ saben que nos morimos de sed, y nos meten en una habitación y hay un grifo. Bebo, y animo a hacerlo a los compañeros; pero me veo obligado a escupir, el agua está tibia y tiene un sabor dulzón, huele a charca.

Esto es el infierno. Hoy, en nuestros días, el infierno debe ser así, una habitación grande y vacía, y nosotros cansados de permanecer de pie, y hay un grifo que gotea y el agua no se puede beber, y nosotros esperamos algo seguramente terrible y no pasa nada y sigue no pasando nada. ¿Cómo pensar? No se puede pensar, es como ya estar muertos. Alguno se sienta en el suelo. El tiempo pasa, gota a gota.

No hemos muerto; la puerta se abre y entra un SS, fuma. Nos mira sin prisa, pregunta: -‘Wer kann Deustsch’ (¿Quién habla alemán?) Se adelanta uno de nosotros al que jamás había visto, se llama Flesh; él será nuestro intérprete. El SS inicia tranquilamente un largo discurso: el intérprete traduce. Es necesario ponerse en filas de a cinco, con una separación de dos metros entre hombre y hombre; después hay que desnudarse y hacer de una determinada manera un paquete con la ropa, por un lado las prendas de lana y por el otro el resto de la ropa, quitarse los zapatos teniendo cuidado de que no nos lo roben.


(...) Ahora empieza el segundo acto. Entran violentamente cuatro individuos con navajas de afeitar, brochas y máquinas de pelar, llevan pantalones y chaquetas de rayas, un número cosido en el pecho; tal vez pertenecen a la misma categoría que los de esta tarde (¿de esta tarde o de ayer tarde?); pero éstos están fuertes y lustrosos. Nosotros hacemos muchas preguntas, ellos, por el contrario, nos sujetan con fuerza y en un momento nos encontramos pelados y rapados. Los cuatro hablan una lengua que no parece de este mundo, no es alemán, porque yo entiendo un poco el alemán.

Por último, se abre una puerta: nos vemos de pronto encerrados, desnudos, rapados y de pie, con los pies en el agua, es una sala de duchas. Estamos solos, poco a poco el estupor se desvanece y hablamos, todo el mundo pregunta y nadie responde. Si estamos desnudos en la sala de duchas, quiere decir que vamos a ducharnos. Si nos vamos a duchar es porque de momento no nos van a matar. Y entonces, ¿por qué nos hacen permanecer de pie, pro qué no nos dan de beber? Nadie se explica lo que ocurre, y no tenemos ni zapatos, ni ropa, sino que estamos todos desnudos, con los pies en el agua, y hace frío, y llevamos viajando cinco días, y no podemos ni siquiera sentarnos. ¿Y nuestras mujeres?

El ingeniero Levi me pregunta si pienso que también nuestras mujeres estarán como nosotros en este momento, y dónde están, y si las podremos volver a ver. Yo le respondo que sí, porque él está casado y tiene una niña; seguro que las volveremos a ver. Pero mi idea es que todo esto es una gran máquina para reírse de nosotros y vilipendiarnos, y que luego nos van a matar; quien piense que va a sobrevivir está loco, quiere decir que está acabado, yo no, yo sé que pronto acabará todo, seguramente en esta misma habitación, cuando se hayan aburrido de vernos desnudos, saltando de un pie al otro, intentando de vez en cuando sentarnos en el suelo, pero hay tres dedos de agua fría y no nos podemos sentar.

Vamos y venimos sin orden ni concierto, y hablamos, todos con todos, lo que produce un gran alboroto.


(...) Estamos en Monowitz, cerca de Auschwitz, en la Alta Silesia: una región habitada por alemanes y polacos. Este campo es un campo de trabajo, en alemán se dice Arbeitslager, todos los prisioneros (casi diez mil) trabajan en una fábrica de neumáticos que se llama la Buna, por eso el campo mismo se llama Buna.

Nos darán zapatos y ropa, no, no los nuestros; otros zapatos, otra ropa, como los suyos. Ahora estamos desnudos porque nos espera la ducha y la desinfección, que tendrán lugar inmediatamente después del toque de diana, porque en el campo no se puede entrar sin haber sido desinfectado primero. Claro que habrá que trabajar, todo el mundo aquí debe trabajar.


(...) Al toque de campana se oyó al campo despertarse, oscuro. Inesperadamente, el agua empezó a salir hirviendo de las duchas, cinco minutos de felicidad, pero enseguida irrumpen cuatro individuos (quizá se trata de los barberos) que nos empujan, mojados y humeantes, a gritos y empellones, a la habitación de al lado, que está helada; aquí otra gente voceándonos nos tira encima no sé qué trapos y nos arroja en las manos un par de zapatos con suela de madera; cuando nos queremos dar cuenta ya estamos fuera, sobre la nieve azul y gélida del alba, y, descalzos y desnudos con todo el equipo en la mano, tenemos que ir a otro barracón a unos cien metros. Aquí se nos permite vestirnos.

Cuando terminamos, cada uno permaneció en su rincón, y no osamos mirarnos los unos a los otros. No hay ningún espejo, pero nuestro aspecto lo tenemos delante, reflejado en cien rostros lívidos, en cien espantajos miserables y sórdidos. Aquí estamos, convertidos en los fantasmas que vimos ayer por la tarde.

Entonces, por primera vez, nos dimos cuenta de que en nuestra lengua no hay palabras para expresar esta ofensa, la demolición de un hombre. En un instante, con intuición casi profética, la realidad se nos reveló: hemos tocado fondo. Más bajo no podemos caer; no hay condición humana más miserable, y no es siquiera imaginable. Nada nos pertenece ya: nos han quitado las ropas, los zapatos, incluso el pelo; si hablásemos, no nos escucharían, y si nos escuchasen, no nos entenderían. Nos quitarán también el nombre, y si queremos conservarlo, tendremos que encontrar en nosotros la fuerza de hacerlo, de conseguir que detrás del hombre, permanezca aún algo de nosotros, de nosotros como éramos.

Sabemos que en esto será difícil que se nos comprenda, y está bien que así sea. Pero que cada uno piense cuánto valor, cuánto significado se encierra también en la más pequeña de nuestras costumbres cotidianas, en los cientos de objetos nuestros que el más humilde mendigo puede poseer: un pañuelo, una vieja carta, la fotografía de una persona querida. Estas cosas forman parte de nosotros, casi como miembros de nuestro cuerpo; si es concebible que nos priven de ellas en nuestro mundo, enseguida encontramos otras con las que sustituirlas, otros objetos que son nuestros y que custodian y suscitan nuestros recuerdos. Imagínese ahora a un hombre al cual, además de las personas amadas, le quitan su casa, sus costumbres, su ropa, todo, literalmente todo lo que posee; será un hombre vacío, reducido a sufrimiento y necesidad, privado de dignidad y discernimiento; porque le ocurre fácilmente, al que lo ha perdido todo, de perderse a sí mismo; de tal modo que se podrá sin miramientos decidir sobre su vida o su muerte más allá de todo sentimiento de afinidad humana, tomando, en el mejor de los casos, como criterio de juicio la utilidad. Se comprenderá entonces el doble significado de la expresión ‘Campo de aniquilación’ y quedará claro lo que queremos expresar con esta frase: yacer sobre el fondo.”


PRIMO LEVI, ‘Si esto es un hombre’
Las tempestades, quizás nadie pueda detenerlas, pero alguien tiene que avisar de ellas, prevenirnos de que llegan, alertar de la desolación que provocan, vigilarlas. Alguien tiene que permanecer despierto cuando todos están dormidos (de EL LIBRO DE VISITAS) .



¿HASTA DÓNDE PUEDE LLEGAR EL SER HUMANO?


Habrá muchos, individuos o pueblos, que piensen, más o menos conscientemente que ‘todo extranjero es un enemigo’. En la mayoría de los casos esta convicción yace en el fondo de las almas como una infección latente; se manifiesta sólo en actos intermitentes e incoordinados, y no está en el origen de un sistema de pensamiento. Pero cuando éste llega, cuando el dogma inexpresado se convierte en la premisa mayor de un silogismo, entonces, al final de la cadena está el Lager. Él es producto de un concepto del mundo llevado a sus últimas consecuencias con una coherencia rigurosa; mientras el concepto subsiste las consecuencias nos amenazan. La historia de los campos de destrucción debería ser entendida por todos como una siniestra señal de peligro.


PRIMO LEVI,Si esto es un hombre’




Pero puede haber algo aún más profundo que ver al extranjero como enemigo, que el otro visto como contrario:



Elie Ngarambe, un asesino hutu, explica que los asesinos “no sabían que los otros fueran seres humanos, porque si hubieran pensado eso no los habrían matado. Déjenme incluirme también a mí como alguien que lo aceptaba: yo no habría admtidio que ellos (los tutsis) son seres humanos”. La consecuencia de esto, según él: “Es una nube que entró en los corazones de las personas y los cubrió, y todo se volvió oscuro, porque ver a alguien de pie delante de ti, sin ninguna energía, y que tú sostienes en alto tu machete o un palo y le golpeas… es algo difícil, que se hacía con mucha rabia y furia”.

(…) Ngarambe pasa revista a los acontecimientos con comprensión pero también con cierto grado de incredulidad, por cómo él y los demás pudieran acuchillar a la gente: “No puedo encontrar una forma para explicarlo, pero la única respuesta que consigo es que fue como una nube, algo parecido a la oscuridad. Yo lo llamo ignorancia”. A continuación se corrige a sí mismo, porque aunque las cosas venenosas que todos ellos pensaban de los tutsis eran una especie de ignorancia, “sin embargo, no es ignorancia. Con lo que trabajábamos era con la crueldad. Ngarambe me mostró lo que hacían, su crueldad, con movimientos cortantes de gran precisión de sus manos, enseñándome cómo los hutus “cortaban” a sus víctimas “a pedazos”: “Ves, el machete se sujetaba así. Un tajo y, a continuación lo tirabas al suelo y lo cortabas en pedazos. Pero el arma más corriente era un garrote. Le golpeabas y le machacabas la cabeza. Con un machete era como cortar un árbol bananero. La única diferencia es que la carne es blanda y el árbol es duro. A una persona le das un tajo una vez y la segunda vez está hecha pedazos”.


D.J. GOLDHAGEN, Peor que la guerra



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