El modo más seguro de corromper a la juventud es enseñándole a admirar más a aquellos que opinan como ella que a los que opinan diferente.
El éxito de las sectas, los clubes de fútbol y muchos partidos políticos revela que el ser humano se siente cómodo dentro de una comunidad donde el pensamiento se decide de antemano. Pensar es un trabajo arduo, por eso no se enseña a pensar en las escuelas y la filosofía y sus hermanas de sangre desaparecen cada vez más de los planes de estudios.
La consecuencia lógica de no pensar es adoptar las consignas de otros. Desde el pensamiento único de cada tribu, las opiniones discordantes se perciben como un campo amenazador, cuando sólo los que ven el mundo de un modo distinto a nosotros pueden elevar nuestra mirada hacia otros cielos.
Además, reducir nuestro universo mental a una sola perspectiva nos hace chocar constantemente con los que discurren por otros caminos, y eso acaba siendo una fuente de estrés.
Un buen ejercicio de "deshabituación" o "flexibilización" del pensamiento único podría ser comprar de vez en cuando un periódico diferente al que leemos habitualmente, sintonizar una emisora de radio de una tendencia política distinta a la nuestra o leer a un autor con el que no comulgamos mucho que digamos.
Al final, nos daremos cuenta de que hay otros mundos, pero todos están en este.
Al. PERCY. Nietzsche para estresados.