Maldito sea de día y maldito sea de noche; maldito sea cuando se acuesta y maldito sea cuando se levanta; maldito sea cuando sale y maldito sea cuando

Baruch SPINOZA nació el 24 de noviembre de 1632 en Amsterdam.


Descendiente de judíos expulsados de la Península Ibérica, conocía, como nadie, los efectos de las persecuciones religiosas, de la intolerancia religiosa.


En esa época, Holanda, y más concretamente su capital, se tenía por el ejemplo perfecto de la tolerancia y del respeto a la libertad personal. No en balde muchos científicos y filósofos de la época, Descartes incluido, encontraban en el país un necesario refugio.



Sin embargo, las cosas no eran tan simples, ni tan sencillas, ni tan cálidas y hermosas.




El 27 de julio de 1656, se leyó en la sinanoga el siguiente escrito:


Los dirigentes de la comunidad ponen en su conocimiento que desde hace mucho tenían noticia de las equivocadas opiniones y errónea conducta de Baruch de Spinoza y por diversos medios y advertencias han tratado de apartarlo del mal camino. Como no obtuvieran ningún resultado y como, por el contrario, las horribles herejías que practicaba y enseñaba, lo mismo que su inaudita conducta fueran en aumento, resolvieron de acuerdo con el rabino, en presencia de testigos fehacientes y del nombrado Spinoza, que éste fuera excomulgado y expulsado del pueblo de Israel, según el siguiente decreto de excomunión: Por la decisión de los ángeles, y el juicio de los santos, excomulgamos, expulsamos, execramos y maldecimos a Baruch de Spinoza, con la aprobación del Santo Dios y de toda esta Santa comunidad, ante los Santos Libros de la Ley con sus 613 prescripciones, con la excomunión con que Josué excomulgó a Jericó, con la maldición con que Eliseo maldijo a sus hijos y con todas las execraciones escritas en la Ley. Maldito sea de día y maldito sea de noche; maldito sea cuando se acuesta y maldito sea cuando se levanta; maldito sea cuando sale y maldito sea cuando regresa. Que el Señor no lo perdone. Que la cólera y el enojo del Señor se desaten contra este hombre y arrojen sobre él todas las maldiciones escritas en el Libro de la Ley. El Señor borrará su nombre bajo los cielos y lo expulsará de todas las tribus de Israel abandonándolo al Maligno con todas las maldiciones del cielo escritas en el Libro de la Ley. Pero vosotros, que sois fieles al Señor vuestro Dios, vivid en paz. Ordenamos que nadie mantenga con él comunicación oral o escrita, que nadie le preste ningún favor, que nadie permanezca con él bajo el mismo techo o a menos de cuatro yardas, que nadie lea nada escrito o trascripto por él."




Es el Acta de la expulsión de Spinoza de la sinagoga, de la comunidad judia, de excomunión.


La acusación, sembrar la simiente del ateísmo.








Y no quedó ahí la reacción.


Spinoza moría, probablemente de tuberculosis en 1677. Fue enterrado en una fosa común y alquilada. Años después un pastor protestante, K. Tuinman, se tomó la molestia de escribirle el siguiente epitafio:
“Escupid sobre esta tumba. Aquí yace Spinoza.
Quisiera Dios que también su doctrina estuviera aquí enterrada. Entonces esa pestilencia no envenenaría más el alma. Beneditus Spinoza, judío renegado, que combatió con saña al mismo Dios. Jamás produjo el infierno monstruo más impío, ya que renegáis de aquel ante el cual los mismos diablos tiemblan. ¿Quién os iguala en perversidad? Yo afirmo que lo ignoro.”




¿Extraña, en estas condiciones, al inscripción de su tumba? CAUTE







No obstante, el propio filósofo había escrito:


Dado que tenemos la buena fortuna de vivir en una comunidad en la que la libertad de juicio está plenamente garantizada al ciudadano individual, que puede rendir culto a Dios como le plazca y en la que nada es tenido en mayor estima ni como más valioso que la libertad, creo que no emprendo una tarea ingrata e infructuosa al demostrar que esta libertad no solamente puede garantizarse sin poner en peligro la piedad y la paz de la comunidad, sino que la paz de la comunidad y la piedad dependen de esta libertad.




Julián MARÍAS, filósofo español contemporáneo, escribió, en un artículo sobre Spinoza:


...fue universalmente execrado por judíos,protestantes, católicos e incrédulos. Aquí yace Spinoza, ¡escupid sobre su tumba!, escribió en un epitafio Karel Tuinman, ministro de la iglesia reformada de Holanda. Para el escéptico Pierre Bayle es un ateo; su panteísmo o acosmismo le parece un ateísmo disfrazado. Pero ¿no diría después Novalis que estaba ebrio de Dios? (ABC, 23/3/1982)