Abu Ghraib


Las tempestades, quizás nadie pueda detenerlas, pero alguien tiene que avisar de ellas, prevenirnos de que llegan, alertar de la desolación que provocan, vigilarlas. Alguien tiene que permanecer despierto cuando todos están dormidos (de EL LIBRO DE VISITAS) .





¿HASTA DÓNDE PUEDE LLEGAR EL SER HUMANO?





En abril de 2004, el mundo conoció el horror que se perpetraba en la prisión de Abu Ghraib, cerca de Bagdad, donde soldados estadounidenses torturaron y mataron a los prisioneros iraquíes. Aquellas imágenes impactaron a Fernando Botero (Medellín, 1932), un artista que ya se había asomado al infierno de la violencia en obras sobre los conflictos armados en Colombia. Unos meses más tarde, en un vuelo transoceánico, Botero comenzó a esbozar "lo que imaginaba que pasaba allí". Lo hizo "como envenenado", dominado por "una ira profunda", y, desde sus entrañas, salió una serie de 24 pinturas y 22 dibujos que forman la serie Abu Ghraib, una obra sobre "la hipocresía de un país que alardea de ser el modelo del respeto a los derechos humanos en todo el mundo". (EL PAÍS, mayo 2008)



























Fragmento de la conversación entre Fernando Botero y el poeta Robert Haas en el estreno de “Botero: Abu Ghraib” el 29 de enero de 2007 en la Universidad de California en Berkeley.

Robert Haas: Una de las cosas más impresionantes de las pinturas es que, con pocas excepciones, no se ve a los perpetradores de la violencia. Se centran en las víctimas. A lo mucho, lo que se ve de los torturadores son las manos —los guantes— y las botas.
Fernando Botero: Una de las cosas que más me impactó de las fotos que vimos es que se ponían guantes verdes para tocar a los prisioneros. Para mí esa fue una enorme humillación. Eso me impactó profundamente, las manos en guantes verdes tocando al preso. Me pareció más impactante darles todo el espacio a las víctimas y solo mostrar los guantes tocando a los presos. Si hubiera tenido que compartir el espacio, no hubiera tenido tanto impacto. Pero mostrar a la víctima y la mano o la víctima y la bota, para mí eso era más impactante. Quería enfocarme en la víctima.

Robert Haas: Cuando mi esposa estaba viendo una pintura, señaló que al fondo de uno de los lienzos claustrofóbicos se ve una pequeña ventana alumbrada al final de un pasillo, y me di cuenta que ese era un pequeño símbolo de esperanza.
Fernando Botero: Efectivamente. Para contrastar con los colores oscuros, el verde oscuro y el rojo oscuro de la sangre, en cada pintura puse una pequeña ventana blanca que traza el contraste entre la luz de afuera, la esperanza, y la tortura dentro de la prisión. Para crear ese contraste, puse una ventanilla en cada pintura.

Robert Haas: Unas pinturas tienen una dimensión casi bíblica.
Fernando Botero: Me impresionó la nobleza de algunas de las personas de las fotos. Muchos eran ancianos barbudos que parecían profetas de la Biblia. Se dejaban crecer la barba por sus creencias religiosas, se sentían orgullosos de su religión, y esas personas estaban en manos de adolescentes que no sabían nada de su religión, que les faltaban al respeto y los llamaban “cabezas de trapo”. Eso fue un horror. No respetaban a esos ancianos. Por eso es que en algunas pinturas los pinté como si fueran profetas, para demostrar que son personas de profunda dignidad, a quienes unos ignorantes trataban de una manera terrible. Naturalmente, esos soldados eran pobres que no tienen ningún conocimiento de lo que no es americano, pero para mí fue importante devolverles la dignidad a las víctimas



Más obras en:



http://amnistiacatalunya.org/edu/3/botero/index.html
http://www.infoartedigital.com/arte/index.php?option=com_content&task=view&id=30&Itemid=27