BERNARD-HENRI LÉVY, EL PAÍS, 05/01/2010
Lápida y tumba de Albert Camus en Lourmarin (Francia)
Y un texto:
Crecí con todos los hombres de mi edad, entre los tambores de la primera guerra y nuestra historia desde entonces no ha dejado de ser crimen, injusticia y violencia. Mas el verdadero pesimismo consiste en encarecer tanta crueldad e infamia. Por mi parte nunca dejé de luchar contra ese deshonor y no odio sino a los crueles. En medio del más negro de nuestro nihilismo, solo busqué razones que permitieran superarlo. Y no hice esto, por lo demás, por virtud ni por rara elevación del alma, sino por una fidelidad instintiva a la luz en la cual nací y en la cual, desde hace millares de años, los hombres aprendieron a celebrar la vida hasta en el sufrimiento. Esquilo es, a menudo, desesperante; sin embargo, irradia rayos de luz y reconforta. No es el flaco absurdo lo que encontramos en el centro del universo sino el enigma, esto es, un sentido que no podemos descifrar bien puesto que deslumbra. Y análogamente, a los hijos indignos pero obstinadamente fieles de Grecia que sobreviven aún en este siglo descarnado, podrá parecerles insostenible el incendio de nuestra historia, pero lo soportan de todos modos, porque quieren comprenderlo. En el centro de nuestra obra, por negra que sea, brilla hoy un sol inextinguible, el mismo que grita hoy a través del llano y las colinas…
A. CAMUS, El enigma (1950) en El verano