Por lo tanto, en realidad y aunque alguien no lo crea, el auténtico tirano resulta ser auténtico esclavo, sujeto a las más bajas adulaciones y servidumbres, lisonjeador de los hombres más perversos, totalmente insatisfecho en sus deseos, falto de multitud de cosas y verdaderamente indigente si aprendemos a mirar en la totalidad de su alma; henchido de miedo durante toda su vida y lleno de sobresaltos y dolores si de veras se parece su disposición a la de la ciudad que gobierna.
PLATÓN, La República, libro IX
Pero, ¿de dónde surge la tiranía? ¿cómo se crea el tirano?
Platón sigue respondiendo:
PLATÓN, crítica de la democracia