Un divertido caso de
estudio; si es que no es totalmente patético, es el Experimento del Gran
Rezador: ¿Ayuda a recuperar a los pacientes la plegaria que se reza por ellos?
Las plegarias son comúnmente rezadas a favor de personas enfermas, tanto en
privado, como en lugares formales de oración. El primo de Darwin; Francis
Galton, fue el primero en analizar científicamente, si rezar por las personas
era eficaz. Él notó que cada domingo, en iglesias por toda Inglaterra,
congregaciones completas rezaban públicamente por la salud de la familia real.
¿No deberían ellos; en consecuencia, ser inusualmente saludables, en
comparación con el resto de nosotros, por quienes rezan solamente nuestros
seres queridos más cercanos?
Galton se ocupó de
eso; y no encontró ninguna diferencia estadística. Su intención, podría, en
cualquier caso, haber sido satírica, como cuando él rezó en diferentes parcelas
de tierra escogidas al azar para ver si las plantas crecían más rápido (ellas
no lo hicieron).
Más recientemente, el
físico Russell Stannard (uno de los tres bien conocidos científicos religiosos
de Gran Bretaña) ha lanzado su peso sobre una iniciativa; financiada -por
supuesto- por la Fundación Templeton, para someter a prueba experimentalmente,
la proposición de que rezar por los pacientes enfermos mejora su salud.
Tales experimentos;
si son hechos apropiadamente, tienen que ser doblemente ciegos, y este estándar
fue estrictamente observado. Los pacientes fueron asignados; estrictamente al
azar, a un grupo experimental (rezaron por ellos); o a un grupo de control (no
rezaron por ellos). No se le permitió, ni a los pacientes, ni a los doctores u
otros cuidadores de la salud, ni a los experimentadores, saber cuáles pacientes
estaban recibiendo rezos ni cuáles no. Los que hicieron los rezos
experimentales tenían que conocer los nombres de los individuos por los cuales
estaban rezando; de otra forma, ¿qué sentido tendría rezar por ellos a
diferencia de por cualquier otro? Pero se tuvo cuidado de decirle a ellos sólo
su nombre y la letra inicial de su apellido. Aparentemente eso era suficiente
para capacitar a Dios para que escogiese la correcta cama de hospital.
La mismísima idea de
llevar a cabo tales experimentos está abierta a una generosa medida de
ridículo, y el proyecto debidamente la recibió. Hasta donde yo se, Bob Newhart no
hizo un dibujo sobre esto, pero puedo oír su voz con toda claridad:
¿Qué fue lo que dijiste Señor? ¿Qué no puedes curarme porque soy un miembro
del grupo de control?… Ahhh…ya veo, las plegarias de mi tía no son suficientes.
Pero Señor; el Sr. Evans de la cama en la puerta de al lado… ¿Qué dices Señor?
¿Qué el Sr. Evans recibió mil plegarias por día? Pero Señor, el Sr. Evans no
conoce a mil personas…Ahhhh…ellas se referían a él simplemente como Jonh E…
Pero Señor… ¿Cómo sabías tú que ellas no se referían a John Ellsworthy?…
Ahhhh…está bien, tú usaste tu conocimiento infinito para averiguar lo que
significaba Jonh E… Pero Señor…
Valientemente,
ignorando todas las burlas, el equipo de investigadores cerró filas, para
gastar 2,4 millones de dólares del dinero de Templeton, bajo el liderazgo del
Dr. Herbert Benson, un cardiólogo del Instituto Mente / Cuerpo, ubicado cerca
de Boston. El Dr. Benson fue citado antes en un comunicado de prensa de la
Fundación Templeton, como: “creyendo que
la evidencia sobre la eficacia de la plegaria intercediente en ambientes
médicos está creciendo”. Confiadamente; entonces, la investigación estaba
en buenas manos, improbable de ser echada a perder por vibraciones escépticas.
El Dr. Benson y su equipo, monitorizaron a mil ochocientos dos (1.802)
pacientes en seis hospitales, todos los cuales recibieron cirugía coronaria de bypass.
Los pacientes fueron divididos en tres grupos. El grupo Uno recibió rezos sin
saberlo. El grupo Dos (el grupo de control) no recibió rezos y sin saberlo. El
grupo Tres recibió rezos y lo sabía. La comparación entre los grupos Uno y Dos
examina la eficacia de la plegarias intercedientes. El grupo Tres examina los
posibles efectos psicosomáticos de saber que están rezando por uno.
Los rezos fueron
hechos por las congregaciones de tres iglesias; una en Minnesota, una en
Massachusetts, y una en Missouri; todas distantes de los tres hospitales. A los
individuos que rezaban; como fue explicado, les fue dado sólo el nombre y la
primera letra del apellido de cada paciente por el que debían rezar. Es una
buena práctica experimental estandarizar tan lejos como sea posible; y a ellos,
en consecuencia, se les dijo que incluyeran en sus plegarias, la frase: “por una exitosa cirugía con una rápida y
saludable recuperación sin complicaciones”.
Los resultados;
publicados en la revista científica American Heart Journal de abril de
2006, fueron claros. No existió diferencia entre aquellos pacientes por quienes
se rezó de los que no recibieron rezos. ¡Qué sorpresa! Existió una diferencia
entre aquellos que sabían que se estaba rezando por ellos y los que no sabían
si se estaba rezando o no por ellos; pero hacia la dirección equivocada:
Aquellos que sabían que eran beneficiarios de los rezos, sufrieron
significativamente más complicaciones que aquellos que no sabían que se estaba
rezando por ellos. ¿Estaba Dios infligiendo un poco de castigo para mostrar su
desaprobación de la totalidad de tan excéntrica empresa? Parece más probable
que aquellos pacientes que sabían que se estaba rezando por ellos sufrieron
como consecuencia de un estrés adicional: “ansiedad de desempeño”, como dijeron
los experimentadores. El Dr. Charles Bethea, uno de los investigadores, dijo: “Puede haberles producido incertidumbre, al
hacerles pensar: ¿Estoy tan enfermo que ellos tuvieron que llamar a un equipo
de rezadores?”
En la litigante
sociedad de hoy, ¿Es esperar demasiado, que aquellos pacientes que sufrieron de
complicaciones del corazón; como consecuencia de saber que se estaba rezando
experimentalmente por ellos, armen una demanda judicial contra la Fundación
Templeton?
No sería ninguna
sorpresa que los teólogos se opusiesen a este estudio; quizás ansiosos sobre su
capacidad para poner a la religión en ridículo. El teólogo de Oxford; Richard
Swinburne escribiendo; después que el estudio fracasó, lo objetó en base a que
Dios responde a las plegarias sólo si ellas son ofrecidas por buenas razones.
Rezar por alguien en
vez de por alguien más; simplemente por el lance de los dados en el diseño de
un experimento doblemente ciego, no constituye una buena razón. Dios se daría
cuenta de ello. Ese; de hecho, fue el punto de la sátira de Bob Newhart; y Swineburne
tiene razón en hacerlo también. No es la primera vez que él trata de justificar
el sufrimiento en un mundo gobernado por Dios:
Mi sufrimiento me proporciona la oportunidad para demostrar coraje y
paciencia. Éste le proporciona a usted una oportunidad para demostrar
consideración y para ayudar a aliviar mi sufrimiento. Y le proporciona a la
sociedad la oportunidad de escoger si invertir un montón de dinero en tratar de
hallar una cura para este o aquel tipo particular de sufrimiento…Aunque un buen
Dios siente pena por nuestro sufrimiento, la mayor de sus preocupaciones es
seguramente que cada uno de nosotros muestre paciencia, consideración y
generosidad y; de paso, obtenga un carácter santo. Algunas personas necesitan
urgentemente enfermarse por su propio bien; y algunas personas necesitan
urgentemente enfermarse para proporcionarle a otros importantes opciones. Sólo
de esa manera pueden algunas personas ser estimuladas a considerar seriamente
las opciones sobre el tipo de persona que ellas deben ser. Para otras personas,
la enfermedad no es tan valiosa.
Esta grotesca pieza
de razonamiento, tan condenadamente típica de la mente teológica, me recuerda
una ocasión cuando estaba en un panel televisivo con Swinburne, y también con
nuestro colega de Oxford; el Profesor Peter Atkins. En un momento, Swineburne
intentó justificar el Holocausto basándose en que le daba a los judíos una
maravillosa oportunidad para ser valientes y nobles. Peter Atkins gruñó
espléndidamente: “púdrase en el infierno”
Otra pieza típica de razonamiento teológico ocurre más adelante en el artículo
de Swineburne. Él correctamente sugiere que si Dios quisiese demostrar su
propia existencia hallaría mejores formas de hacerlo que parcializando
ligeramente las estadísticas de los grupos experimentales de pacientes
coronarios versus los grupos de control. Si Dios existiera y quisiese
convencernos a nosotros de ello, él podría llenar al mundo de “super-milagros.
Pero luego Swineburne
deja caer su joya: “De todas formas,
existe un montón de evidencia de la existencia de Dios, y demasiada de ella
puede que no sea bueno para nosotros”. ¡Demasiada puede que no sea bueno
para nosotros! Léalo de nuevo. Demasiada evidencia puede que no sea bueno
para nosotros. Richard Swineburne es el recientemente retirado titular de
la más prestigiosa cátedra de teología de Gran Bretaña, y es un miembro de la
Academia Británica. Si es un teólogo lo que usted quiere, ellos no vienen más
distinguidos. Quizás usted no quiera un teólogo.
Swineburne no fue el
único teólogo en no reconocer el estudio; después que éste fracasó. Al
Reverendo Raymond J. Lawrence le fue concedida una generosa tajada de espacio
de opinión editorial en The New York Times para explicar porqué los
líderes religiosos responsables “respirarán aliviados” al saber que no pudo
hallarse evidencia de que la plegaria intercediente tuviese efecto alguno.
¿Hubiese cantado él
una tonada diferente si el estudio de Benson hubiese tenido éxito en demostrar
el poder de la plegaria? Quizás no, pero usted puede tener la certeza de que
bastantes otros pastores y teólogos si lo hubiesen hecho.
La pieza del
Reverendo Lawrence es principalmente memorable debido a la siguiente
revelación: “Recientemente, un colega me
contó sobre una devota y bien educada mujer, que acusó a un doctor de mala
praxis médica en el tratamiento de su esposo. Durante los días en que su esposo
estuvo moribundo; ella acusó que el doctor había fracasado en rezar por él”.
Otros teólogos se
unieron a los escépticos inspirados por NOMA al contender que estudiar a la
plegaria en esta forma es un desperdicio de dinero, porque las influencias
sobrenaturales están por definición fuera del alcance de la ciencia. Pero como
reconoció correctamente la Fundación Templeton, cuando financió el estudio, el supuesto
poder intercesor de la plegaria; está, por lo menos en principio, dentro del
alcance de la ciencia. Un experimento doblemente ciego podía ser hecho; y se
hizo. Pudo haber tenido un resultado positivo. Y si hubiese sido así…¿Puede
usted imaginar siquiera a un solo apologista religioso rechazando ese resultado
positivo en base a que la investigación científica no es competente en asuntos
religiosos? Por supuesto que no.
No es necesario
decir, que los resultados negativos del experimento no sacudirán a los
creyentes. Bob Barth, el director espiritual del ministerio de la plegaria de
Missouri, quien suministró algunos de los rezadores experimentales, dijo: “Una persona de fe diría que el estudio es
interesante, pero nosotros hemos estado rezando por un largo tiempo, y hemos
visto funcionar a la plegaria; nosotros sabemos que funciona, y la
investigación sobre la plegaria y la espiritualidad, apenas está comenzando”.
Sí; nosotros sabemos por nuestra fe que la plegaria funciona; así que si la
evidencia fracasa en demostrarlo, nosotros cerraremos filas hasta que
finalmente obtengamos los resultados que queremos.
R. DAWKINS, El espejismo de Dios
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