¡INDIGNAOS!

¡INDIGNAOS!
Stéphane HESSEL,

Alguien con una larguísima vida de lucha, que empezó en la segunda guerra mundial cuando se unió a la resistencia francesa contra el nazismo.
Superviviente del campo de concentración de Buchenwald, del que consiguió escapar.
Formó parte de la comisión de la ONU que redactó en 1948 la Declaración Universal de los Derechos humanos.
Y que ahora con 93 años , publica esta obra, que pretende ser un alegato contra la indiferencia.
Así comienza:

Noventa y tres años. Es algo así como la última etapa. El final ya no está muy lejos. ¡Qué suerte poder aprovecharlos para recordar lo que fueron los cimientos de mi compromiso político…!

Yo también nací en 1917. Yo también estoy indignado. También viví una guerra. También soporté una dictadura...
Y este es el comienzo del prólogo de la obra en español, realizado por José Luis SAMPEDRO.

¡INDIGNAOS! Un grito, un toque de clarín que interrumpe el tráfico callejero y obliga a levantar al vista a los reunidos en la plaza. Como la sirena que anunciaba la cercanía de aquellos bombarderos: una alerta para no bajar la guardia.
Al principio sorprende. ¿Qué pasa? ¿De qué nos alertan? El mundo gira como cada día. Vivimos en democracia, en el estado de bienestar de nuestra maravillosa civilización occidental. Aquí no hay guerra, no hay ocupación. Esto es Europa, cuna de culturas. Sí, ése es el escenario y su decorado. Pero ¿de verdad estamos en una democracia? ¿De verdad bajo ese nombre gobiernan los pueblos de muchos países? ¿O hace tiempo que se ha evolucionado de otro modo?

y dentro de la obra, podemos leer:

Apelamos a las jóvenes generaciones a dar vida y transmitir la herencia de la Resistencia y sus ideales. Nosotros les decimos: ¡indignaos! Los responsables políticos, económicos, intelectuales y el conjunto de la sociedad no pueden claudicar ni dejarse impresionar por la dictadura actual de los mercados financieros que amenaza la paz y la democracia.
Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es un valor preciso, cuando algo te indigna como a mí me indignó el nazismo, te conviertes en alguien militante, fuerte y comprometido.
(...)
En este mundo hay cosas insoportables. Para verlo, debemos observar bien, buscar. Yo le digo a los jóvenes: buscad un poco, encontraréis. La peor actitud es la indiferencia, decir: ‘paso de todo, ya me las apaño’. Si os comportáis así, perdéis uno de los componentes esenciales que forman al hombre. Uno de los componentes indispensables: la facultad de indignación y el compromiso que la sigue.
(...)
A los jóvenes les digo: mirad a vuestro alrededor, encontraréis los hechos que justifiquen vuestra indignación… encontrareis situaciones concretas que os llevarán a emprender una acción ciudadana fuerte. ¡Buscad y encontraréis!





¡Indignaos! de S. Hessel, publicado por Ediciones Destino, colección Imago Mundi
SOBRE HÉROES Y TUMBAS
tomado del título una obra de E. SABATO.


La tumba de Jean Jacques ROUSSEAU, en el PANTEÓN de los hombres ilustres de París, Francia.










con la antorcha divina




y la leyenda Aquí reposa el hombre de la naturaleza y de la verdad

Aunque el sepulcro tiene una historia detrás. Ésta:





EL TEMPLO DE LA FILOSOFÍA Y EL CENOTAFIO DE ROUSSEAU

Las tempestades, quizás nadie pueda detenerlas, pero alguien tiene que avisar de ellas, prevenirnos de que llegan, alertar de la desolación que provocan, vigilarlas. Alguien tiene que permanecer despierto cuando todos están dormidos (de EL LIBRO DE VISITAS) .

En septiembre de 1975, se ejecutan las últimas penas de muerte en España.
Una época en la que las canciones eran censuradas si sonaban a protesta, y por eso tenían que aparecer disfrazadas, camufladas.
Probablemente el mejor alegato contra la pena de muerte de la canción española, enmascarada de canción de amor.

Si te dijera amor mío
que temo a la madrugada
no sé qué estrellas son esas
que hieren como amenazas
ni sé que sangra la luna
al filo de su guadaña
Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga
quiero que no me abandones
amor mío al alba
al alba, al alba
al alba, al alba...
Los hijos que no tuvimos
se esconden en las cloacas
comen las ultimas flores
parece que adivinaran
que el día que se avecina
viene con hambre atrasada
Presiento que tras la noche...
Miles de buitres callados
van extendiendo sus alas
no te destroza amor mío
esta silenciosa danza.
maldito baile de muertos
pólvora de la mañana.
Presiento que tras la noche...

AL ALBA, Luis Eduardo AUTE


La escribí los días previos a los fusilamientos de septiembre de 1975, con mucha urgencia porque quería que la gente la cantara”, recuerda Aute en una entrevista del año 2000. “Tampoco tuve que pensar mucho, surgió del dolor”. Sin embargo, escondió su intención y motivación originales en la letra de una historia de amor, para que pasase la censura. “La estructuré como si fuera una despedida para siempre y como un alegato a la muerte”, continúa. “Pero hay dos elementos muy vinculados a las ejecuciones”

Y, por supuesto, lo mejor, escucharla:


Pero ¿es la felicidad el fin de la vida humana?

Admitimos como principio que en las disposiciones naturales de un ser organizado, esto es, arreglado con finalidad para la vida, no se encuentra un instrumento, dispuesto para un fin, que no sea el más propio y adecuado para ese fin. Ahora bien; si en un ser que tiene razón y una voluntad, fuera el fin propio de la naturaleza su conservación, su bienandanza, en una palabra, su felicidad, la naturaleza habría tomado muy mal sus disposiciones al elegir la razón de la criatura para encargarla de realizar aquel su propósito. Pues todas las acciones que en tal sentido tiene que realizar la criatura y la regla toda de su conducta se las habría prescrito con mucha mayor exactitud el instinto; y éste hubiera podido conseguir aquel fin con mucha mayor seguridad que la razón puede nunca alcanzar. Y si había que gratificar a la venturosa criatura además con la razón, ésta no tenía que haberle servido sino para hacer consideraciones sobre la feliz disposición de su naturaleza, para admirarla, regocijarse por ella y dar las gracias a la causa bienhechora que así la hizo, mas no para someter su facultad de desear a esa débil y engañosa dirección, echando así por tierra el propósito de la naturaleza; en una palabra, la naturaleza habría impedido que la razón se volviese hacia el uso práctico y tuviese el descomedimiento de meditar ella misma, con sus endebles conocimientos, el bosquejo de la felicidad y de los medios a ésta conducentes; la naturaleza habría recobrado para sí, no sólo la elección de los fines, sino también de los medios mismos, y con sabia precaución los hubiera entregado ambos al mero instinto.


En realidad, encontramos que cuanto más se preocupa una razón cultivada del propósito de gozar la vida y alcanzar la felicidad, tanto más el hombre se aleja de la verdadera satisfacción; por lo cual muchos, y precisamente los más experimentados en el uso de la razón, acaban por sentir -sean lo bastante sinceros para confesarlo - cierto grado de misología u odio a la razón, porque, computando todas las ventajas que sacan, no digo ya de la invención de las artes todas del lujo vulgar, sino incluso de las ciencias -que al fin y al cabo les aparecen como un lujo del entendimiento-, encuentran, sin embargo, que se han echado encima más penas y dolores que felicidad hayan podido ganar, y más bien envidian que desprecian al hombre vulgar, que está más propicio a la dirección del mero instinto natural y no consiente a su razón que ejerza gran influencia en su hacer y omitir. Y hasta aquí hay que confesar que el juicio de los que rebajan mucho y hasta declaran inferiores a cero los rimbombantes encomios de los grandes provechos que la razón nos ha de proporcionar para el negocio de la felicidad y satisfacción en la vida, no es un juicio de hombres entristecidos o desagradecidos a las bondades del gobierno del universo; que en esos juicios está implícita la idea de otro y mucho más digno propósito y fin de la existencia, para el cual, no para la felicidad, está destinada propiamente la razón; y ante ese fin, como suprema condición, deben inclinarse casi todos los peculiares fines del hombre.
I. KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres

En recuerdo de un concurso filosófico del pasado

¿Cuál es el origen de desigualdad entre los hombres y si es autorizada por la ley natural?

Academia de las Ciencias, Artes y Literaturas de Dijon (Francia), 1753

APRENDER DE LOS QUE SABEN

LECCIÓN 5

INÉS
, 1º Bachillerato
para 10ª etapa:


Era una etapa era más fácil que otras, por lo menos para mí. Lo primero que hice fue leer la etapa; cuando vi la descripción del paisaje pensé primero en un cuadro; repasé algunos y llegué a Van Gogh, y a partir de ahí, lo de la barba y la pista de Holanda, me lo dejaron claro. En efecto, como pensaba, la barba era la de Van Gogh, un color rojizo.

Contra los miedos


En su jardín de Atenas, Epicuro hablaba contra los miedos. Contra el miedo a la muerte, a los dioses, al dolor, al fracaso.
Es pura vanidad, decía, creer que los dioses se ocupan de nosotros. Desde su inmortalidad, desde su perfección, ellos no nos otorgan premios ni castigos. Los dioses no son temibles porque nosotros, efímeros, mal hechos, no merecemos nada más que su indiferencia.
Tampoco la muerte es temible, decía. Mientras nosotros somos, ella no es; y cuando ella es, nosotros dejamos de ser.
¿Miedo al dolor? Es el miedo al dolor el que más duele, pero nada hay más placentero que el placer cuando el dolor se va.
¿Y el miedo al fracaso? ¿Qué fracaso? Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco, pero ¿qué gloria podría compararse al goce de charlar con los amigos en una tarde sol? ¿Qué poder puede tanto como la necesidad que nos empuja a amar, a comer, a beber?
Hagamos dichosa, proponía Epicuro, la inevitable mortalidad de la vida


E. GALEANO, Espejos: una historia casi universal

La pregunta fundamental de la teodicea

David HUME cita a LACTANCIO quien a su vez cita a EPICURO:

¿Es que Dios quiere prevenir la maldad, pero no es capaz? Entonces no sería omnipotente. ¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces sería malvado. ¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De donde surge entonces la maldad? ¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?

11ª ETAPA

Hemos buscado, y encontrado, a unos filósofos, a Kant, a Hume, Rousseau, Voltaire y Leibniz. Pero naturalmente hay más filósofos.



¿OTRO FILÓSOFO AHORA? Quizás.

Vino del sur en trenes nocturnos y sucios que iban para el norte y se asentó como los indios a la ribera del río. De una peligrosa planta de célebre raíz surgió y con una adivinanza, de las fáciles, de las que con solo escuchar con atención se advierte la respuesta, se dio a conocer. Al principio, sin embargo, no se adaptó a un lugar donde la muerte viajaba en blancas ambulancias y las estufas de butano hacían las veces del sol y dejó dicho que, cuando recibiera la visita de la muerte, fuera devuelto al sur de donde venía. Sin embargo, con el paso del tiempo, se dejó apresar por la ciudad de las hogueras de nieve, las verbenas y los duelos, encontrando siempre un tren de vuelta a ella. Rectificó, entonces, aquella petición pidiendo que, cuando la muerte, se le dejara dormir.

Uno que lo conocía dijo de él que parecía un faquir pero también un rabino, aunque en realidad más que nada es medio quinqui, y además dicen que se casó tres veces con tres mujeres cañón de las que por tres veces se separó, pues pedirles que le quisieran era pedirles demasiado.

Sus amigos; buenos, golfos, extravagantes pero siempre excepcionales, son de lo más variopinto: una señora rubia platino que después resulta que ni rubia ni platino ni señora, un macarra de ceñido pantalón con una mesa de billar por escuela, mujeres que curan tocando y matan besando, otro con un parche en el ojo, pata de palo y cara de malo; aquella chica de boca de fresa y gracia de flores que terminó perdiéndose y un don juan que se pinta la boca; una morena de minifalda azul que toreaba a los tranvías y una dama de pelo de plata y carne morena; o aquél otro, loco en país de cuerdos, que se dedica a clamar en el desierto, una bailarina de salón que era la que más ofrecía a todos e incluso una pobre multimillonaria, tan pobre que no tenía más que dinero.

Cuando ya no estaba a punto de cumplir la cincuentena, decidió contra toda prudencia hacer testamento, delicado momento desde luego; pero entró en razón y eso que en muchas ocasiones se le había reprochado su mala vida buena, aconsejándole que dejara la nicotina, el paternina y las josefinas. Pero él, erre que erre, pidiendo fuego, vino, sexo y rock´n´roll.

Con él, hemos aprendido lo importante de ir tejiendo una cota de malla contra las desdichas para afrontar, defendernos de los sinsabores, amarguras que nos van esperando por los caminos: los amores eternos que no duran más de una estación, la extenuación por los besos que no nos dan y lo que queman en la boca los que no damos; pero también el cuidado que debemos tener con los besos de la traición, el cansancio de siempre perder o la desesperanza de esperar los sueños que tardan en venir; el peligro de volver a los lugares donde hemos felices y lo mal que nos dejan las mujeres de nuestras vidas que se marchan para siempre y excediéndose nos tiran dos besos, uno para cada mejilla.

Reconoció el poder superior de mandar sobre las lágrimas, lo amargo del domingo de un jubilado y como las cosas se vuelven sobre sí mismas cuando uno no trabaja porque estuvo preso y estuvo preso porque roba y roba porque no trabaja. Y nos aconsejó que no nos dejáramos robar las noches ya que hemos perdido los días, aunque lo mejor que nos pudiera pasar es que encontráramos un amor a medida.

Pero ahora, después de una negra nube negra, parece que los años no perdonan y dice haberse reformado, marchar a casa a horas más oportunas, no cerrar ya los bares ni hacer tantos excesos. Y sin embargo, sigue siendo amante del beso lento, tiene un alma que antes no tenía y un cuerpo que ya no se atreve a doler demasiado; sigue renunciando a la costumbre de guardar la ropa cuando se echa a nadar y siempre, siempre, termina marchándose, dejando un hueco en el colchón y pidiendo un taxi para la estación más próxima. Y aun dice estar dispuesto a dejarse romper la boca cuando hace falta y quizás también cuando no .

Y encima, para colmo del Atleti; cosa nada aconsejable para tibios amantes del descafeinado y el bajoennicotina, flojos de pantalón de esos que se vacunan contra el azar y dejan pasar las tentaciones, ni para virtuosos que hacen del triunfo lo más valioso del deporte y de la vida. Pues solo los que saben y pueden aguantar, crecer, sentir, soñar, aprender, sufrir, palmar, si acaso vencer y siempre morir, pueden ser del atleti, como los hombres hechos y derechos.


La TAREA, una PREGUNTA: ¿Dónde vive, domicilio? Calle y número donde habita semejante individuo.

La PISTA: Según nos ha dejado dicho, lleva tiempo queriendo mudarse a una calle como ésta que aparece por aquí. Pero, por unas cosas u otras, aún no parece haberlo conseguido.

PLAZO: Con tanto examen por medio, ampliamos un poco el plazo: desde ahora mismo, desde este mismo momento, desde ya… hasta el jueves, 31 de marzo, 10:30 horas.

PUNTUACIONES:
• 15 puntos para primera respuesta correcta
• 10 puntos para segunda, tercera, cuarta y quinta respuesta
• 8 puntos para respuestas sexta a décima
• 6 puntos para respuestas undécima a decimoquinta.
• 5 puntos para respuestas correctas posteriores

Habrá posibilidades de muchos puntos extra (hasta 50 puntos más) tras acertar la respuesta correcta. Atentos a los emilios (e-mail los llaman los que saben de esto)

Lo que arrastra el viento. EQUINOCCIO.

OBRAS MAESTRAS. Imprescindibles,oiga


Trigal con cuervos (1890) V. Van GOGH.


Sobre el escenario de esta obra, el atormentado pintor, en una carta a su hermano, escribió:
Son vastos trigales debajo de atormentados cielos, y no necesito salirme de mi camino para intentar expresar tristeza y extrema soledad. Espero que los veas pronto, porque espero llevártelos a París tan pronto como me sea posible, ya que casi creo que estos lienzos te dirán lo que no puedo decir en palabras: la salud y las fuerzas tonificantes que veo en el campo.

Unos pocos días después de terminar aquella obra, el 27 de julio, Van Gogh sale, como casi todos los días, al campo de Auvers-Sur-Oise (Francia) que en tantos cuadros, como el que nos ocupa, había reflejado. Allí se disparó un tiro de escopeta en el pecho. Dos días después falleció.
En la última carta dirigida a su hermano, Theo, se había despedido diciendo: ‘La miseria no terminará jamás’

Hoy, el cuadro se encuentra en el Museo Nacional Van Gogh de Ámsterdam, Holanda.

Por aquella misma época, otro atormentado, F. NIETZSCHE, el filósofo, había escrito:
Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.