Aristóteles y Alejandro

El discípulo más MAGNO de ARISTÓTELES

Filipo sólo pudo designar al tutor griego más conveniente para un hijo que ya había dejado atrás al séquito de su niñez. El puesto era codiciado, y los candidatos que aspiraban a él constituían una muestra de la nueva influencia de Filipo. Durante mucho tiempo, cuando era un niño, y también más tarde como político, el padre de Alejandro había mantenido estrechos vínculos con los discípulos de Platón; en Atenas, el orador y maestro más famoso de la época había intercambiado una continuada correspondencia con él, de manera que como contrapartida a sus aduladoras cartas podía esperar que el puesto de tutor recayera en alguno de sus antiguos alumnos. Se tanteó a los candidatos de las lejanas islas del Egeo y de las ciudades de Jonia, donde fueron sondeados con el usual enfrentamiento académico, pero mientras los aspirantes entonaban alabanzas hacia Filipo, el rey preparó su plan: desde Lesbos mandó llamar al discípulo más brillante de Platón, Aristóteles, hijo de Nicómaco, "de piernas delgadas y ojos pequeños", y cuyas publicaciones filosóficas eran desconocidas hasta entonces.

"Le enseñó a escribir griego, hebreo, babilonio y latín. Le enseñó la naturaleza del mar y de los vientos; le explicó el recorrido de las estrellas, las revoluciones del firmamento y la duración del mundo. Le enseñó justicia y retórica, y le previno contra las mujeres libertinas". Ésta, sin embargo, sólo es la opinión de un poeta francés medieval, pues en las obras de Aristóteles que se han conservado, éste nunca menciona a Alejandro ni alude directamente a su estancia en Macedonia. Según Bertrand Russell, Alejandro "debió de aburrirse con el viejo y prosaico pedante", pero esto también es la suposición de un colega filósofo.
Aristóteles se habría sentido atraído por Macedonia debido a ciertas conexiones de carácter personal, pues su padre había ejercido como médico en la corte del rey Amintas III; Filipo también había mantenido relaciones amistosas con su antiguo patrón, Hermias, que conservaba una formidable tiranía local en la costa occidental de Asia y había casado a su hija con el filósofo. Posteriormente se dijo que Aristóteles aceptó el trabajo a fin de persuadir a Filipo para que reconstruyera en Estagira su pueblo natal, que se encontraba en ruinas y que ahora había sido anexionado a la frontera oriental de Macedonia; sin embargo, esta historia se contaba de demasiados filósofos en la corte como para que resulte especialmente convincente, por lo que la destrucción de Estagira fue, con toda seguridad, un error de la leyenda; puede que el motivo hubiese ganado crédito como respuesta a los que se quejaron, probablemente de manera injusta, de que Aristóteles llegó incluso a desdeñar a sus conciudadanos. En privado, Aristóteles recibió una gran suma por sus servicios, y este hecho, así como su testamento, prueba que murió como un hombre rico: según los rumores, Filipo y Alejandro también financiaron sus investigaciones sobre historia natural, asignándole guardabosques para catalogar los animales salvajes de Macedonia. Puesto que es posible demostrar que las observaciones de sus asombrosas obras sobre zoología se hicieron casi exclusivamente en la isla de Lesbos, el rumor es falso.

"En opinión de Aristóteles", dijo el más fidedigno de sus biógrafos, "el hombre sabio debe de enamorarse, intervenir en la política y vivir en la casa de un rey". Esta afirmación, si es auténtica, sugiere que la visita a Macedonia le habría dejado a Aristóteles un grato recuerdo. Los críticos se quejaron de que el filósofo se hubiese ido a vivir a un "hogar de barro y cieno", en alusión al emplazamiento de Pela a orillas de un lago, a pesar de que, al poco tiempo, Alejandro y sus amigos fueran enviados a Mieza, en las tierras bajas, donde pudieron estudiar en un apacible refugio con grutas y paseos umbrosos que se creía que estaba consagrado a las Ninfas; recientemente se han encontrado rastros del entorno escolar cerca de la moderna Naousa, pero estamos lejos de saber cuánto tiempo duró este interludio y con qué continuidad se enseñó a los muchachos. Dos años después, Alejandro estaba involucrado en asuntos de gobierno, y aunque es sabido que Aristóteles permaneció en Macedonia el siguiente verano, posiblemente ya no estaba allí en calidad de tutor.

Tanto si fue por poco tiempo como si no, Alejandro pasó esas horas escolares con una de las mentes más infatigables y de intereses más amplios que jamás han existido. Hoy día, Aristóteles es recordado como filósofo aunque, además de obras filosóficas, también escribió libros sobre las constituciones de ciento cincuenta y ocho Estados distintos, editó una lista de los vencedores en los juegos de Delfos, se ocupó de temas de música, medicina, astronomía, magnetismo y óptica, hizo observaciones sobre Homero, analizó la retórica, esbozó las formas de la poesía, consideró las partes irracionales de la naturaleza humana y puso la zoología en una correcta trayectoria experimental, en una serie de compendios que constituyen obras maestras, cuyos hechos se convirtieron en arte gracias al amor de un raro observador de la naturaleza; le intrigaron las abejas y empezó el estudio de la embriología, aunque la disección de cuerpos humanos estaba prohibida y sólo tuvo ocasión de procurarse y examinar fetos procedentes de abortos. El contacto entre el mayor cerebro de Grecia y su mayor conquistador es un tema irresistible, y su mutua influencia ha despertado desde siempre la imaginación.

"Los jóvenes", escribió Aristóteles, "no son el auditorio más adecuado para la ciencia política; no tienen experiencia de la vida y, puesto que todavía siguen a sus emociones, sólo escucharán sin un propósito, de manera vana". Probablemente quien habla aquí es un hombre que intentó inculcarle la filosofía a Alejandro y fracasó, pues no hay ni la más pequeña prueba de que Aristóteles influyera en Alejandro, ni en sus objetivos políticos ni en sus métodos. Sin embargo, escribió panfletos para él, quizá a petición suya, aunque no se ha conservado ninguno que pueda fecharse: sus títulos Sobre el reino, En defensa de las colonias, y posiblemente también la Asamblea de Alejandro y losMéritos de las riquezas, parecen temas adecuados para un hombre que habría de convertirse en el más rico de los reyes y en el fundador de ciudades más prolífico del mundo; sin embargo, Aristóteles ya había demostrado que era capaz de adular a sus patronos, y puede que estas obras hubiesen sido más un halago a los logros de Alejandro que un medio para aconsejarle nuevas ideas. Mucho se ha dicho del supuesto consejo de Aristóteles de "tratar a los bárbaros como a plantas y animales", pero puede que el consejo pertenezca a la ficción. A pesar de que Aristóteles compartía el punto de vista común de sus contemporáneos griegos de que la cultura griega era superior a las costumbres del este bárbaro, no se lo puede condenar como a un racista recalcitrante; Aristóteles se interesó por la religión oriental y alabó abiertamente la constitución por la que se gobernaban los cartagineses. Cuando Alejandro nombró a orientales para ocupar altos cargos en su imperio, se ha dicho muchas veces que la práctica le demostró la estrechez de miras de su tutor en relación con los extranjeros, pero sus diferencias no son tan agudas. El pensamiento político de Aristóteles se basaba en la vida de una ciudad griega, y fueron estas mismas ciudades griegas las que su discípulo diseminó desde el Nilo hasta las faldas del Himalaya, donde perduraron y fueron importantes durante mucho más tiempo que ninguna etapa monárquica, y a menudo se ha criticado a Aristóteles por no haber sido capaz de prever su supuesta importancia. Alejandro no sólo siguió siendo un griego en el mundo oriental a tra-vés de las ciudades que fundó, sino también a través de la cultura, y aunque la política y las amistades lo llevaron a incluir a orientales en el gobierno de su imperio, nunca adoptó la religión persa y es probable que nunca llegara a aprender de manera fluida una lengua oriental.


Pese a que la política no fuera el tema, un muchacho no podía evitar aprender de Aristóteles la curiosidad. Y para el muchacho de catorce años que era Alejandro, Aristóteles debió de parecerle menos un filósofo abstracto que un hombre que conocía las costumbres de las sepias, que podía explicarle por qué los torcecuellos tienen lengua o que los erizos copulan de pie; Aristóteles era un hombre que había practicado la vivisección a una tortuga y que había descrito el ciclo vital de un mosquito del Egeo. La medicina, los animales, la naturaleza de la tierra o la forma de los mares eran intereses que Aristóteles podía contagiarle y que Filipo ya había tratado, y cada uno de ellos formó parte del Alejandro adulto. Alejandro prescribió curas para la mordedura de serpientes a sus amigos, sugirió que una nueva variedad de ganado debía enviarse por barco desde la India hasta Macedonia y compartió el interés de su padre por la canalización y el riego, así como por la recuperación de las tierras yermas; sus agrimensores midieron a pasos los caminos de Asia, y él destinó su flota para que explorara el mar Caspio y el océano Índico; su tesorero experimentó con plantas europeas en un jardín babilonio y, gracias a los hallazgos de la expedición, el discípulo más inteligente de Aristóteles pudo incluir el baniano, la canela y una mata de mirra en libros que marcan el inicio de la botánica. Alejandro fue algo más que un hombre duro y ambicioso; tenía el amplio arsenal de intereses de un hombre curioso, y durante los días que pasó en Mieza, hubo temas suficientes para que dichos intereses salieran a la luz. "Es el único filósofo", dijo amablemente un amigo refiriéndose a él, "al que he visto siempre armado".

R. LANE FOX, EL PAÍS, 9-XII-2007



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