Todo
ha sido desde un principio ordenado por Dios quien ha previsto las oraciones,
las buenas y malas acciones y todo lo demás; y cada cosa ha contribuido
idealmente antes de su existencia a la resolución tomada sobre la existencia de
todas las cosas. De tal manera que nada puede ser cambiado en el universo (como
tampoco en un número) salvo su esencia, o si se prefiere, su individualidad
numérica. Así, si el menor mal que acontece en el mundo viniera a faltar, ya no
se trataría de este mundo, el cual exhaustivamente mesurado y explorado ha sido
considerado como el mejor por el creador que lo ha elegido.
(…)
Cierto
que cabe imaginar mundos posibles, sin pecado y sin desgracia, y podríamos como
los romanos construir Utopías; mas estos mismos mundos serían de hecho con
mucho inferiores al nuestro. No estoy en condiciones de mostrarlo
detalladamente, pues ¿cómo puedo yo conocer, representar y comparar infinitos?
Mas debéis juzgarlo conmigo ab effectu, puesto que Dios ha escogido este mundo
tal como es.
G. W. LEIBNIZ, Teodicea
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