2ª etapa: El Faro. SOLUCIÓN.

En primer lugar que el faro no es un faro. Puede parecer un faro pero no lo es. Las apariencias, a veces, engañan (cuestión ésta muy frecuente entre filósofos y detectives privados). Es, en realidad, un VÉRTICE GEODÉSICO.
De 6,50 metros de alto y situado a 730 metros sobre el nivel del mar. Con el número de identificación 74346 y de nombre Navas.
Y está en las NAVAS DE JORQUERA, en la misma entrada del pueblo por la carretera de Albacete, a la derecha. Al lado mismo de los depósitos de agua del pueblo.
Ahí van dos fotos: una, la misma que aparecía en la etapa pero más clara; y otra, del vértice geodésico.
Y aquí, el enlace con el documento oficial del Instituto Geográfico Nacional que nos permite conocer todas las características del vértice.






CLASIFICACIÓN DE LA ETAPA: en el blog colectivo, http://naufragosdeljucar.blogspot.com/






PRÓXIMA ETAPA: viernes, 2 diciembre; 16:30 horas

Lo que arrastra el viento. Para JAVITÓTELES

... y su alter ego.

OBRAS MAESTRAS. Imprescindibles



De la portada de un libro de texto de Filosofía



C.D. FRIEDRICH, Caminante sobre el mar de nubes, 1818




Aunque hay más obras maestras de este enorme pintor.
Van tres:







Abadía en el robledal, 1810



La tenemos aquí mismo, a la derecha, en la Naturaleza imitando al arte, con el empeño de la naturaleza esteparia por imitar a las obras maestras de la pintura.




El cazador en el bosque, 1818































Hombre y mujer contemplando la luna, 1824












Solo espero que el interés por la obra no fuera solo para perder una clase.

Primo Levi

¿Se puede sobrevivir a un acontecimiento desmesurado, sin comparación; el horror en estado puro? Sí; con mucha fortuna, sí. Pero ¿se puede sobrevivir y mantener la lucidez?
PRIMO LEVI es la respuesta afirmativa a esta segunda pregunta.

Nació Levi en Turín, en 1919, en una familia judía de origen sefardí, en unos tiempos que bien pronto se volverían convulsos. Allí estudió y se licenció en Químicas, y a la investigación se dedicaba hasta que, con la subida al poder del fascismo de Mussolini, entra en la resistencia antifascista.
Cuando los alemanes intervienen en Italia, es detenido en 1943 por las autoridades fascistas y tras ser entregado a los nazis, es deportado, en 1944 a Auschwitz – Birkenau.
Consiguió sobrevivir hasta la liberación del campo por las tropas soviéticas el 27 de enero de 1945.
Desde entonces, su vida es el testimonio del horror, de la barbarie, de la crueldad sin límites y sin sentido.

Tres obras autobiográficas dan una desgarradora visión de la barbarie nazi: Si esto es un hombre (1947), La Tregua (1958) y Los hundidos y los salvados (1986)

Hubo, efectivamente, sagaces “avisadores del fuego” que supieron leer en su tiempo la catástrofe que se avecinaba, pero ni siquiera ellos pudieron pensar lo que ocurrió. Lo que ocurrió fue impensado e impensable y cuando lo impensable ocurre se convierte en lo que da que pensar. Auschwitz es un laboratorio del mal y su importancia consiste en que ahí podemos descubrir aspectos del mal que actúan en otras muchas circunstancias pero disimuladamente.
REYES MATE, Primo Levi, el testigo

Ser testigo de un acontecimiento inimaginable, pero sabiéndose no ser el testigo total pues se ha sobrevivido. Hablar, contar lo que otros no pueden relatar. Hacer de la supervivencia el vehículo único que hace posible el testimonio.
Algunos otros también lo han hecho: Jean Amery, Robert Antelme, Elie Wiesel, Imre Kertesz, Wladyslaw Szpillman, Jorge Semprún … pero Levi manifiesta una lucidez excepcional.

El 11 de abril de 1987 muere al ¿caer – arrrojarse? Por el hueco de la escalera de su casa.



EL PAÍS, 11/4/2007

El 11 de abril de 1987, Primo Levi recibió, como todos los días, la visita de la portera, que le subía la correspondencia. La saludó, tomó el paquete de cartas y se despidió afablemente. Minutos después, la portera escuchó un ruido. El cuerpo de Primo Levi yacía en un rellano. La policía supuso que el superviviente de Auschwitz se había suicidado arrojándose por las escaleras. Hoy se cumplen 20 años de la muerte de Levi, autor de uno de los pocos libros imprescindibles del siglo XX: Si esto es un hombre. Numerosas iniciativas en Italia, Francia y Estados Unidos conmemoran el aniversario.

Primo Levi (Turín, 1919-1987) fue entregado a la Gestapo en febrero de 1944, en cumplimiento de las leyes raciales de Benito Mussolini. Era judío. Le correspondían, por tanto, la deportación y la muerte. El joven licenciado en Química sobrevivió gracias a sus conocimientos (los alemanes le emplearon como técnico-esclavo en una factoría de I. G. Farben) y a una escarlatina que estuvo a punto de matarle, pero le evitó una nueva y fatal deportación hacia Alemania cuando las tropas rusas llegaron a Polonia. La suya fue una supervivencia relativa.

El Corriere della Sera publicó ayer un texto inédito de Levi. Era un guión radiofónico propuesto en 1963 a la RAI, la radiotelevisión pública italiana.(…). El guión hablaba de los últimos días en Auschwitz, con los alemanes ya huidos y los enfermos abandonados, y explicaba, una vez más, que ningún prisionero escapó nunca de aquel campo de exterminio. Algunos, como el propio Levi, salieron con vida. Pero siguieron presos para siempre, sólo relativamente vivos.
Éste es un fragmento del texto: "26 de enero. Estamos solos, abandonados en un universo de muertos y larvas. El último rastro de civilización ha desaparecido de nuestro alrededor y de nuestro interior. La obra de bestialización emprendida por los alemanes triunfantes ha sido cumplida por los alemanes derrotados. Es hombre quien mata, es hombre quien sufre o comete una injusticia: no es hombre quien ha perdido toda decencia y comparte su lecho con un cadáver. Quien ha esperado que su vecino acabara de morir para quitarle un pedazo de pan puede ser inocente, pero está señalado, condenado, maldito".

El tema es el mismo de Si esto es un hombre, el relato que Primo Levi escribió en 1946, inmediatamente después de su retorno a Turín. El editor Einaudi rechazó el manuscrito, publicado de forma casi simbólica (2.500 ejemplares) por una editorial minúscula. Levi se dedicó a su trabajo en Siva, una fábrica de pinturas en la que desarrolló toda su vida profesional. En 1956, Einaudi detectó que el público empezaba a interesarse por el exterminio judío en Europa y rescató el libro. No ha dejado de reeditarse desde entonces. Levi escribió otras piezas, como La tregua, una espléndida narración de su regreso a pie desde Auschwitz hasta Turín; El sistema periódico, una colección de relatos breves asociados a elementos químicos, o la novela La llave estrella.




María LUJÁN LEIVA, Primo Levi, una reflexión que nos incluye


Prólogo a Primo Levi, Entrevista a sí mismo
Buenos Aires, Ed. Leviatán, 2002
Fuente: Rebelión, 11 de abril del 2003


Primo Levi es un referente ético y un pensador crítico..
Medita, dialoga, discute sobre temas de no fácil resolución, que exigen rigurosidad de pensamiento, superación de contradicciones y de intereses individuales y sectoriales..Primo Levi debate sobre el "perdón" a los culpables. Levi no exculpa a los responsables, rechaza de plano la obediencia debida, aunque reconozca las zonas grises. Levi no acepta la coartada de la ignorancia por parte de amplios sectores de la sociedad de los horrores del nazismo, censura el facilismo de refugiarse -antes y después- en la comodidad del no saber, que exorciza la angustia y es el reaseguro del no compromiso..

Primo Levi no banaliza. Señala, acusa, responsabiliza, estudia, conoce..
Primo Levi exige conocer y se exige conocer. Conocer significa no sólo indagar en la memoria de víctimas y victimarios, en los recuerdos, sino exigir los documentos, descubrir las redes de complicidad, develar el sistema educativo, las redes bancarias, los compromisos de las altas esferas internacionales..
Sin embargo para Levi, como para las personas honestas, el nazismo tiene algo de inexplicable en su ignominia, "[P]ero en el odio nazi no hay racionalidad: es un odio que no está en nosotros, está afuera del hombre, es un fruto venenoso nacido del tronco funesto del fascismo pero está afuera y más allá del mismo fascismo" . El nazismo está más allá de nosotros en su paroxismo, en su vileza, en su servilismo. "No me parece lícito explicar un fenómeno revirtiendo la culpa sobre un individuo (!los ejecutores de las órdenes no son inocentes!"..


Entre los personajes de la obra de Primo Levi hay uno que parece ser el ideal humano del escritor. Ideal por las virtudes humanas que lo singularizan ,aunque personaje real, histórico. Se trata de Alberto, el compañero muerto en el Lager de Auschwitz, con cualidades humanas quizás no difíciles de encontrar ni heroicas, aunque subvaluadas y amenazadas en el mundo de la prepotencia, la hipocresía y el desinterés por la suerte de los otros. Las cualidades de Alberto eran ser "fuerte" y "manso", el requisito personal de la resistencia a lo que Levi llama -en magnífica metáfora- "las armas de la noche".. Es la victoria de lo humano que permite la esperanza, que no le da la victoria definitiva ni plena al racismo, al oprobio, al colonialismo, o a la humillación..
Porque la recuperación de la humanidad de los prisioneros de Auschwitz -la inhumanidad del sistema nazi se contagiaba también a los prisioneros- se da, como lo escribe Levi, con la recuperación de la solidaridad..


El mensaje de Primo Levi es de coraje , de honestidad, de denuncia del fascismo y del nazismo de la Segunda Guerra y del nazismo infiltrado en el mundo de la postguerra. Levi denuncia el nazismo de Treblinka, Dachau y de Auschwitz, pero también -con fuerza y dolor- las crueldades del ejército francés durante la guerra de liberación del pueblo argelino, la crueldad americana de los bombardeos sobre los vietnamitas y la responsabilidad del gobierno israelí en la masacre de los refugiados palestinos de Sabra y Chatila (Líbano) en 1982..
Las palabras finales de esta entrevista que Primo Levi se hace a sí mismo y que aquí presentamos , son su legado en primera persona y señalan el pivote de la resistencia humana ante el naufragio, la crisis de valores, las guerras, la opresión, "reconocer siempre, incluso en los días más oscuros, en mis compañeros y en mí mismo los hombres y no las cosas"..


Primo Levi se suicida en su casa de Turin en la primavera boreal de 1987. Un año antes había escrito Los hundidos y los salvados , obra de reflexión y de reacción ante el negacionismo, la ahistoricidad y la superficialidad de la década.
La agonía de las horas inciertas lo asaltó y puso fin a su vida. Mas sus escritos ,su legado de análisis y rescate de la dignidad humana le han dado sentido a su muerte como lo hicieron con su vida de sobreviviente del genocidio



SI ESTO ES UN HOMBRE. Presentación.


Tuve la suerte de no ser deportado a Auschwitz hasta 1944, y después de que el gobierno alemán hubiera decidido, a causa de la escasez creciente de mano de obra, prolongar la media de vida de los prisioneros que iba a eliminar concediéndoles mejoras notables en el tenor de vida y suspendiendo temporalmente las matanzas dejadas a merced de particulares.
Por ello, este libro mío, por lo que se refiere a detalles atroces, no añade nada a lo ya sabido por los lectores de todo el mundo sobre el inquietante asunto de los campos de destrucción. No lo he escrito con la intención de formular nuevos cargos; sino más bien de proporcionar documentación para un estudio sereno de algunos aspectos del alma humana. Habrá muchos, individuos o pueblos, que piensen más o menos conscientemente, que “todo extranjero es un enemigo”. En la mayoría de los casos esta convicción yace en el fondo de las almas como una infección latente; se manifiesta solo en actos intermitentes e incoordinados, y no está en el origen de un sistema de pensamiento. Pero cuando éste llega, cuando el dogma inexpresado se convierte en la premisa mayor de un silogismo, entonces, al final de la cadena está el Lager: Él es producto de un concepto de mundo llevado a sus últimas consecuencias con una coherencia rigurosa: mientras el concepto subsiste las consecuencias nos amenazan. La historia de los campos de destrucción debería ser entendida por todos como una siniestra señal de peligro.
Me doy cuenta, y pido indulgencia por ellos, de los defectos estructurales del libro. Si no en acto, sí en la intención y en su concepción, nació en los días del Lager. La necesidad de hablar a “los demás”, de hacer que “los demás” supiesen, había asumido entre nosotros, antes de nuestra liberación y después de ella, el carácter de un impulso inmediato y violento, hasta el punto de que rivalizaba con nuestras demás necesidades más elementales; este libro lo escribí para satisfacer esta necesidad, en primer lugar, por lo tanto, como una liberación interior. De aquí su carácter fragmentario: sus capítulos han sido escritos no en una sucesión lógica sino por su orden de urgencia. El trabajo de empalmarlos y de fundirlos lo he hecho según un plan posterior.Me parece superfluo añadir que ninguno de los datos ha sido inventado.

Los que vivís seguros
en vuestras casas caldeadas,
los que os encontráis, al volver por la tarde,
la comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
quien trabaja en el fango
quien no conoce la paz
quien lucha por la mitad de un panecillo
quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
quien no tiene cabellos ni nombre
ni fuerzas para recordarlo
vacía la mirada y frío el regazo
como una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
grabadlas en vuestros corazones
al estar en casa, al ir por la calle,
al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
la enfermedad os imposibilite,
vuestros descendientes os vuelvan el rostro.





Ante uno de los mayores, más inmensos naufragios de la humanidad, Levi es como una pequeña pero firme luz que alumbra en la oscuridad más tenebrosa.
Y no ahorra clarividencia –una honda y abismal lucidez descarnada- ni siquiera cuando va en su contra; contra toda disculpa, contra toda coartada o justificación, rechazando vanos, falsos consuelos; sin concesiones ni siquiera consigo mismo.
Esta magnífica adaptación de uno de los capítulos de Si esto es un hombre es buena prueba de ello.






En esta página muchos más documentos, materiales sobre este autor imprescindible, pero imprescindible de verdad:
http://www.elortiba.org/primolevi11.html



Primo Levi regresó a Auschwitz, donde estuvo internado de febrero de 1944 hasta la liberación del campo en enero de 1945, dos veces en su vida: en 1965 y en 1982. En la segunda oportunidad concedió una entrevista a un equipo de la Televisión Italiana.

La entrevista concluye con esta pregunta
¿No le parece que los otros, los hombres, hoy en día quieren olvidar Auschwitz cuanto antes?
y esta respuesta de Levi:
Hay indicios que permiten pensar que quieren olvidar o algo peor: negar. Es muy significativo: quien niega Auschwitz es precisamente quien estaría dispuesto a volver a hacerlo.

Una lección.



No vivimos solos. Somos miembros de un cuerpo. Somos responsables los unos de los otros. Y les digo que pronto llegará el tiempo en que, si los hombres no aprenden esa lección, se les enseñará con el fuego, la sangre y el sufrimiento.

J.B. PRIESTLEY







La obra de teatro de donde está extraída la cita, La visita del inspector, en Albacete.

Teatro de la Paz, sábado 26, 18:00 horas. Grupo de Teatro La Galera.

A beneficio de AFANION (Asociación de Familias de niños con cáncer)

2ª ETAPA

Ya hemos empezado.
Iniciamos nuestra aventura y nos encontramos en la primera etapa con dos sufridos exploradores.
Pero, hay que reconocerlo, esa primera búsqueda, aunque complicada, no fue muy esforzada. Se desarrolló en su totalidad en el papel, en indagaciones documentales, en el campo teórico.

Los exploradores, los auténticos, no pueden conformarse con el google, con las enciclopedias, con las bibliotecas, para llevar a cabo sus pesquisas, sus búsquedas. Un aventurero de verdad quiere realidad, que su exploración se realice en la realidad, y no solo en un escritorio, en una mesa, en un libro, en un ordenador.

Hay que salir a la realidad, a la calle, a la vida, al mundo.
Vámonos a la realidad, por tanto,.,,

Para buscar, ¿qué?

Lo que todo expedicionario necesita. Orientación, por supuesto.
Y para ello, nada mejor que…





EL FARO


¿Un faro en la Mancha?
Pues parece ser que sí. Ahí lo tenemos, en la lejanía, en el centro de esta foto.



La tarea: Identificar el faro, encontrarlo, llegar a él y fotografiarse a su lado para demostrar que se ha llegado. Es decir, dos tareas: identificación del lugar donde se encuentra y fotografía demostrativa de haber llegado hasta allí.


La pista: En realidad, no es un faro (en la Mancha no hacen mucha falta); pero seguramente es lo más parecido a un faro que tenemos en nuestra comarca.
Y otra pista más: se encuentra en un radio de 15 kilómetros de la puerta del IES Río Júcar



Plazo: desde ahora mismo hasta el miércoles 30; 16:00 horas.



Puntuaciones:
1ª Identificación válida del lugar: 20 puntos
1ªfoto demostrativa: 25 puntos
2ª identificación válida del lugar: 15 puntos
2ª foto demostrativa: 20 puntos
3ª – 5ª identificación válida del lugar: 10 puntos
3ª – 5ª foto demostrativa: 15 puntos
6ª – 10ª identificación válida del lugar: 8 puntos
6ª – 10ª foto demostrativa: 10 puntos
Resto de identificaciones válidas: 5 puntos
Resto de fotos demostrativas: 8 puntos.




NOTA: Puesto que el faro no está a la misma distancia de todos los participantes, se aplicarán, en estas puntuaciones, coeficientes de compensación.

A vueltas con Sócrates ... La filosofía como defensa

«Sólo sé que no sé nada», comenta Sócrates, y se trata de una afirmación que hay que tomar -a partir de lo que Platón y Jenofonte contaron acerca de quien la profirió- de modo irónico, «Sólo sé que no sé nada» debe entenderse como: «No me satisfacen ninguno de los saberes de los que vosotros estáis tan contentos. Si saber consiste en eso, yo no debo saber nada porque veo objeciones y falta de fundamento en vuestras certezas. Pero por lo menos sé que no sé, es decir que encuentro argumentos para no fiarme de lo que comúnmente se llama saber. Quizá vosotros sepáis verdaderamente tantas cosas como parece y, si es así, deberíais ser capaces de responder mis preguntas y aclarar mis dudas. Examinemos juntos lo que suele llamarse saber y desechemos cuanto los supuestos expertos no puedan resguardar del vendaval de mis interrogaciones. No es lo mismo saber de veras que limitarse a repetir lo que comúnmente se tiene por sabido. Saber que no se sabe es preferible a considerar como sabido lo que no hemos pensado a fondo nosotros mismos. Una vida sin examen, es decir la vida de quien no sopesa las respuestas que se le ofrecen para las preguntas esenciales ni trata de responderlas personalmente, no merece la pena de vivirse». O sea que la filosofía, antes de proponer teorías que resuelvan nuestras perplejidades, debe quedarse perpleja. Antes de ofrecer las respuestas verdaderas, debe dejar claro por qué no le convencen las respuestas falsas. Una cosa es saber después de haber pensado y discutido, otra muy distinta es adoptar los saberes que nadie discute para no tener que pensar. Antes de llegar a saber, filosofar es defenderse de quienes creen saber y no hacen sino repetir errores ajenos. Aún más importante que establecer conocimientos es ser capaz de criticar lo que conocemos mal o no conocemos aunque creamos conocerlo: antes de saber por qué afirma lo que afirma, el filósofo debe saber al menos por qué duda de lo que afirman los demás o por qué no se decide a afirmar a su vez. Y esta función negativa, defensiva, crítica, ya tiene un valor en sí misma, aunque no vayamos más allá y aunque en el mundo de los que creen que saben el filósofo sea el único que acepta no saber pero conoce al menos su ignorancia.




F. SAVATER, Las preguntas de la vida

El esclavo

Ocupémonos desde luego del señor y del esclavo, para conocer a fondo las relaciones necesarias que los unen, y ver al mismo tiempo si podemos descubrir en esta materia ideas que satisfagan más que las recibidas hoy día.
Se sostiene por una parte, que hay una ciencia, propia del señor, la cual se confunde con la del padre de familia, con la del magistrado y con la del rey, de que hemos hablado al principio. Otros, por lo contrario, pretenden que el poder del señor es contra naturaleza; que la ley es la que hace a los hombres libres y esclavos, no reconociendo la naturaleza ninguna diferencia entre ellos; y que por último la esclavitud es inicua, puesto que es obra de la violencia.

(...)

Por otro lado, la propiedad es una parte integrante de la familia; y la ciencia de la posesión forma igualmente parte de la ciencia doméstica, puesto que sin las cosas de primera necesidad, los hombres no podrían vivir y menos vivir dichosos. Se sigue de aquí que, así como las demás artes necesitan, cada cual en su esfera, de instrumentos especiales, para llevar a cabo su obra, la ciencia doméstica debe tener igualmente los suyos. Pero entre los instrumentos, hay unos que son inanimados y otros que son vivos; por ejemplo, para el patrón de una nave, el timón es un instrumento sin vida, y el marinero de proa un instrumento vivo, pues en las artes al operario, se le considera como un verdadero instrumento. Conforme al mismo principio, puede decirse que la propiedad no es más que un instrumento de la existencia, la riqueza una porción de instrumentos, y el esclavo una propiedad viva; sólo que el operario, en tanto que instrumento, es el primero de todos. Si cada instrumento pudiese, en virtud de una orden recibida o, si se quiere, adivinada, trabajar por sí mismo, como las estatuas de Dédalo o los trípodes de Vulcano «que se iban solos a las reuniones de los dioses»; si las lanzaderas tejiesen por sí mismas; si el arco tocase solo la cítara, los empresarios prescindirían de los operarios, y los señores de los esclavos. Los instrumentos, propiamente dichos, son instrumentos de producción; la propiedad, por lo contrario, es simplemente para el uso. Así, la lanzadera produce algo más que el uso que se hace de ella; pero un vestido, una cama, sólo sirven para este uso. Además como la producción y el uso difieren específicamente, y estas dos cosas tienen instrumentos que son propios de cada una, es preciso que entre los instrumentos de que se sirven haya una diferencia análoga. La vida es el uso y no la producción de las cosas, y el esclavo sólo sirve para facilitar estos actos que se refieren al uso. Propiedad es una palabra que es preciso entender como se entiende la palabra parte: la parte no sólo es parte de un todo, sino que pertenece de una manera absoluta a una cosa distinta que ella misma. Lo mismo sucede con la propiedad; el señor es simplemente señor del esclavo, pero no depende esencialmente de él; el esclavo, por lo contrario, no es sólo esclavo del señor, sino que depende de éste absolutamente. Esto prueba claramente lo que el esclavo es en sí y lo que puede ser. El que por una ley natural no se pertenece a sí mismo, sino que, no obstante ser hombre, pertenece a otro, es naturalmente esclavo. Es hombre de otro el que en tanto que hombre se convierte en una propiedad, y como propiedad es un instrumento de uso y completamente individual.

Es preciso ver ahora si hay hombres que sean tales por naturaleza o si no existen, y si, sea de esto lo que quiera, es justo y útil el ser esclavo, o bien si toda esclavitud es un hecho contrario a la naturaleza. La razón y los hechos pueden resolver fácilmente estas cuestiones. La autoridad y la obediencia no son sólo cosas necesarias, sino que son eminentemente útiles. Algunos seres, desde el momento en que nacen, están destinados, unos a obedecer, otros a mandar; aunque en grados muy diversos en ambos casos. La autoridad se enaltece y se mejora tanto cuanto lo hacen los seres que la ejercen o a quienes ella rige. La autoridad vale más en los hombres que en los animales, porque la perfección de la obra está siempre en razón directa de la perfección de los obreros, y una obra se realiza donde quiera que se hallan la autoridad y la obediencia. Estos dos elementos, la obediencia y la autoridad, se encuentran en todo conjunto formado de muchas cosas, que conspiren a un resultado común, aunque por otra parte estén separadas o juntas. Esta es una condición que la naturaleza impone a todos los seres animados, y algunos rastros de este principio podrían fácilmente descubrirse en los objetos sin vida: tal es, por ejemplo, la armonía en los sonidos. Pero el ocuparnos de esto nos separaría demasiado de nuestro asunto.

(...)

Esta es también la ley general, que debe necesariamente regir entre los hombres. Cuando es uno inferior a sus semejantes, tanto como lo son el cuerpo respecto del alma y el bruto respecto del hombre, y tal es la condición de todos aquellos en quienes el empleo de las fuerzas corporales es el mejor y único partido que puede sacarse de su ser, se es esclavo por naturaleza. Estos hombres, así como los demás seres de que acabamos de hablar, no pueden hacer cosa mejor que someterse a la autoridad de un señor; porque es esclavo por naturaleza el que puede entregarse a otro; y lo que precisamente le obliga a hacerse de otro, es el no poder llegar a comprender la razón, sino cuando otro se la muestra, pero sin poseerla en sí mismo. Los demás animales no pueden ni aun comprender la razón, y obedecen ciegamente a sus impresiones. Por lo demás, la utilidad de los animales domesticados y la de los esclavos son poco más o menos del mismo género. Unos y otros nos ayudan con el auxilio de sus fuerzas corporales a satisfacer las necesidades de nuestra existencia. La naturaleza misma lo quiere así, puesto que hace los cuerpos de los hombres libres diferentes de los de los esclavos, dando a éstos el vigor necesario para las obras penosas de la sociedad, y haciendo, por lo contrario, a los primeros incapaces de doblar su erguido cuerpo para dedicarse a trabajos duros, y destinándolos solamente a las funciones de la vida civil, repartida para ellos entre las ocupaciones de la guerra y las de la paz.


ARISTÓTELES, Política, libro I, cap. 2








J.L. GEROME, El mercado de esclavos, 1884



En PARA SABER aún MÁS, el capítulo completo

Bonzo

La imagen dio la vuelta al mundo convirtiéndose en manifiesto por la libertad y reflejo de la desesperación humana.




¿un manifiesto de la libertad?

...otros muchos han actuado así con la esperanza de provocar un cambio. Pero la desesperación no siempre consigue alterar el rumbo de la Historia.

pero ¿es que la deseperación puede cambiar el rumbo de la Historia?

THICH QUANG DUC


Las tempestades, quizás nadie pueda detenerlas, pero alguien tiene que avisar de ellas, prevenirnos de que llegan, alertar de la desolación que provocan, vigilarlas. Alguien tiene que permanecer despierto cuando todos están dormidos (de EL LIBRO DE VISITAS) .



¿HASTA DÓNDE PUEDE LLEGAR EL SER HUMANO?




QUEMARSE A LO BONZO: los orígenes de un desesperado acto de protesta

La lucha de los monjes budistas
La palabra 'bonzo', en sí, es un término utilizado para referirse a los monjes budistas; sin embargo, recibe su actual significado durante la turbulenta época de la guerra del Vietnam
. Aunque la inmolación se ha practicado en esta religión de forma aislada desde hace siglos, -con el objetivo de ofrecer sacrificios a Buda-, la expresión se adoptó de forma general en el resto del mundo a partir de 1963. Fue entonces cuando tuvo lugar un episodio que el mundo tardó mucho tiempo en olvidar; la imagen del dolor quedó grabada en sus retinas.

El 11 de junio de 1963, Thich Quang Duc, un monje vietnamita, se prendió fuego en una transitada calle de Saigón (hoy en día, la ciudad de Ho Chi Minh) para protestar por la persecución de los budistas por parte del gobierno de Ngo Dinh Diem, el primer presidente de la República de Vietnam del Sur.
El telón de fondo era la guerra de Vietnam, uno de los conflictos más largos y sangrientos del siglo XX. (…) Pese a tener una población mayoritariamente budista, el presidente de Vietnam del Sur, Ngo Dinh Diem, era fervientemente católico y reprimía la religión budista. Perseguía a los monjes, permitía el incendio de pagodas budistas y desviaba la ayuda humanitaria para que beneficiase a los que profesaban su religión.

Historia de una muerte anunciada
Un día antes de la trágica muerte de Thich Quang Duc, un portavoz de los budistas informó a varios corresponsales estadounidenses en Vietnam de que algo importante iba a ocurrir al día siguiente frente a la embajada de de Camboya en Saigón. Sin embargo, muy pocos tomaron el aviso en serio.
Las imágenes del suceso dieron la vuelta al mundo. Aquel día de junio, el monje de 70 años llegó a una concurrida calle de Ho Chi Minh en un automóvil, precedido por un séquito de más de 300 monjes que llevaban pancartas en inglés y en vietnamita reclamando la igualdad religiosa. Thich Quang Duc salió del automóvil mientras otro monje colocaba una almohada en el suelo. Se sentó en la almohada en la posición de loto mientras otro monje sacaba un bidón de gasolina del maletero del coche y rociaba al monje anciano. Tras pronunciar una breve frase -"Homenaje a Buda"-, Duc encendió una cerilla y se prendió fuego.

Los policías intentaron acercarse para apagar las llamas que lo consumían, pero la multitud reunida alrededor no lo permitió. La mayoría contemplaba la escena en silencio, al igual que el monje, que durante aquellos devastadores minutos, no se movió.

Así lo contó después el periodista David Halberstam, corresponsal del periódico The New York Times,
uno de los pocos que sí acudió a aquella siniestra cita con la muerte: "Las llamas venían de un ser humano; su cuerpo se marchitaba y secaba lentamente, su cabeza se ennegrecía. Detrás de mí pude escuchar los sollozos de los vietnamitas que se reunían a su alrededor. Mientras se quemaba nunca movió un músculo, nunca pronunció un sonido". Tanto él como el fotógrafo testigo del horror, Malcom Browne, del Associated Press, ganaron el Premio Pulitzer en 1964. La imagen dio la vuelta al mundo convirtiéndose en manifiesto por la libertad y reflejo de la desesperación humana.

¿...Y después?
Diem llamó al pueblo a la "serenidad" y anunció que negociaría con los budistas. Pero no fue así. La violencia extrema no consiguió paralizar el mundo. Sin embargo, el sacrificio fue considerado como un punto de inflexión en el régimen autoritario de Diem. En los próximos meses, decenas de monjes repitieron la acción del primer mártir, por lo que pasó a llamarse "quemarse a lo bonzo". Antes que terminara el año, Diem -enormemente impopular- fue derrocado por sus propios militares (ayudados por los servicios secretos estadounidenses) y asesinado en noviembre de 1963.

Sin embargo, el acto de protesta del monje no dejó de ser copiado por personas en todas partes del mundo, y a lo largo de estas últimas cinco décadas. En los años que duró la guerra de Vietnam, ocho estadounidenses copiaron la acción y se quemaron como protesta por la participación de su gobierno en el conflicto.
En 1969 el universitario checo Jan Palach inspiró similares suicidios por toda Checoslovaquia, actos de protesta en contra de la ocupación soviética. Incluso en España hubo un caso: en 1970 el nacionalista vasco Joseba Elosegi se inmoló delante de Franco durante un juego de pelota en San Sebastián, aparentemente para protestar en contra del bombardeo de Guernika en 1937.

En las últimas semanas, el acto de Thich Quang Duc se ha repetido por gran parte del Magreb. De igual forma que ahora se recuerda que la llama de la revolución de los jazmines fue la acción de un joven que se quemó a lo bonzo, otros muchos han actuado así con la esperanza de provocar un cambio. Pero la desesperación no siempre consigue alterar el rumbo de la Historia.


EL MUNDO, 23/1/11

En una carta que escribió antes de su suicidio, Thich Quang Đuc dejó sus últimas palabras:
Antes de cerrar los ojos y dirigirme hacia la figura de Buda, suplico respetuosamente al presidente Ngô Đình Diệm que tenga compasión de los habitantes de la nación y que desarrolle una igualdad religiosa... Llamo a los venerables reverendos, miembros de la sangha y predicadores budistas para que se organicen y hagan ofrendas con el objetivo de proteger el budismo.






LA DESESPERACIÓN DEL BONZO


La imagen de una multitud que va a cuerpo descubierto y da gritos en la calle mientras que unos uniformados, intimidantes y encasquetados señores les muelen a palos, arrastran, gasean, disparan y detienen es una imagen ancestral desde que se inventaron las cámaras, ocurre en todos los sitios del universo, independientemente de las ideologías que encarnen los gobernantes (todos se llaman Poder) y te plantean el interrogante de qué fuerza superior o qué intolerables desgracias motivan el ánimo de los protestones para que se expongan a tantas modalidades de castigo físico, al terror, a la certidumbre de que los soldados del rey les van a machacar, en vez de estar tocándose los genitales en su casa y resignados al estado de las cosas.


Conscientes de que el instinto animal hace que te agarres por encima de todo a la supervivencia, cuesta entender la actitud del kamizake, del que decide morir masacrando al enemigo. Pero lo que te rompe todos los esquemas, te provoca tanto estupor como piedad, te hacen intuir el horror y la desesperación absolutas, es esa desolada gente cuya suprema forma de protesta consiste en inmolarse sin agredir al causante de sus males, los que deciden hacer una pira con su cuerpo ante la mirada de los que les han jodido la existencia.


Cuentan que tres de esos estremecedores y compadecibles bonzos acaban de inmolarse en Egipto. También que el pobre y asfixiado hombre que decidió quemarse en Túnez influyó poderosamente en que la gente se echara a la calle logrando que el corrupto sátrapa saliera corriendo de su maltratado reino. Y cómo no, forrado de oro, en la certeza de casi todos los abyectos dictadores de cualquier parte acostumbran a morir de viejos, ricos, en su camita, rodeados por esa familia que tanto les quiere y les debe. En Occidente, los manifestantes no suelen inmolarse, pero está claro que la plebe se está mosqueando aquí y allá, que por muchos soldados que tengan los eternos estafadores, la brasa de la calle puede acabar en generalizado incendio.
C. BOYERO, EL PAÍS, 23/01/2011

ABRAHAM; la orden.

Las tres religiones del libro (judaísmo, cristianismo, islam) aclaman y reconocen la grandeza de ABRAHAM (literalmente, en hebreo, padre de muchos pueblos). Abraham encarna al hombre de fe. Y no sin razón. Creyó a Dios cuando, siendo él de edad avanzada y su mujer estéril, le prometió una numerosa descendencia. Mantuvo su fe en El, contra toda esperanza, cuando los años pasaban y su ya anciana mujer no concebía el hijo prometido. Todos se daban cuenta de que, sencillamente, era esperar lo imposible.

Aquel viejo, cercano ya a la muerte, y sin descendencia, debió ser, con su absurda pretensión, el hazmerreír de familiares, siervos y conocidos, siempre confiado en que, contra toda evidencia, había de ser el padre de un gran pueblo.

Sin embargo nació Isaac, hijo tan confiada y largamente esperado, hijo amadísimo. El era la prueba viva de que su fe no había sido en vano, y en él se veían confundidos cuantos de Abraham se habían mofado. No había sido vana su esperanza.

Pero en medio de esa alegría, llega el momento terrible.

Aconteció después de estas cosas, que Dios probó a Abraham. Le dijo:
--Abraham.
Este respondió:
--Aquí estoy.
Y Dios le dijo:
--Toma ahora a tu hijo, tu único hijo, Isaac, a quien amas, vete a tierra de Moriah y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.

Abraham se levantó muy de mañana, ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus siervos y a Isaac, su hijo. Después cortó leña para el holocausto, se levantó y fue al lugar que Dios le había dicho.
Al tercer día alzó Abraham sus ojos y vio de lejos el lugar.
Entonces dijo Abraham a sus siervos:
--Esperad aquí con el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a vosotros.
Tomó Abraham la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; luego tomó en su mano el fuego y el cuchillo y se fueron los dos juntos.
Después dijo Isaac a Abraham, su padre:
--Padre mío.
Él respondió:
--Aquí estoy, hijo mío.
Isaac le dijo:
--Tenemos el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?
Abraham respondió:
--Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío.
E iban juntos.
Cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, compuso la leña, ató a Isaac, su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña.
Extendió luego Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.





La Biblia, Génesis







¿QUÉ DEBE HACER ABRAHAM?





Un filósofo danés, S. KIERKEGAARD,, del siglo XIX, reflexiona sobre la figura de Abraham:

‘Abraham habría de ser probado de nuevo. Había luchado contra el tiempo y había preservado su fe. Y ahora todo el espanto se acumula en un instante. Dios quiso aprobar a Abraham y le dijo: ve y toma a tu hijo unigénito, a quien tanto amas, a Isaac, y ve con él al país de Moriah y ofrécemelo allí en holocausto.
¡Así que todo había sido en vano, y más terrible que si nunca hubiera sucedido! ¿Así pues, el Señor se mofaba de Abraham? Prodigioso había sido que lo absurdo llegase a ser realidad, y he aquí que ahora quería aniquilar su obra. Pero esta vez Abraham no rió, como lo había hecho él y Sara cuando se les anunció la promesa del hijo. Todo había sido en vano. Setenta años de esperanza fiel y la breve alegría de la fe al ver cumplida la promesa. Pero ¿quién es ese que le exige consumar personalmente el acto? ¿quién es ese que deja sin consuelo a un hombre de cabeza cana? ¿es que no hay compasión para el venerable anciano ni para el inocente muchacho?. Y sin embargo, Abraham era el elegido de Dios y quien le imponía la prueba era el mismo Señor. …Y Abraham creyó y aceptó, no dudó y creyó en lo absurdo. (…) Muchos padres ha habido que perdieron a su hijo, pero fue la mano de Dios –la voluntad inamovible e insondable del Todopoderoso- la que se lo arrebató. Pero a Abraham no le ocurrió así: le estaba destinada una prueba más dura, y tanto la suerte de Isaac como el cuchillo estaban en su propia mano.
¡Y allí seguía aquel viejo, a solas con su única esperanza! Pero no dudó, no dirigió a derecha e izquierda miradas angustiosas, no provocó al cielo con sus súplicas. Sabía que el Todopoderoso lo estaba sometiendo a prueba; sabía que aquel sacrificio era el más difícil que se le podía pedir, pero también sabía que no hay sacrificio demasiado duro cuando es Dios quien lo exige y levantó el cuchillo.


S. KIERKEGAARD, Temor y temblor

Aunque ese mismo autor, en esa misma obra, escribe estas frases:

Si no existiera una conciencia eterna en el hombre, si como fundamento de todas las cosas se encontrase sólo una fuerza salvaje y desenfrenada que retorciéndose en oscuras pasiones generase todo, tanto lo grandioso como lo insignificante, si una abismo sin fondo, imposible de colmar, se ocultase detrás de todo, ¿qué otra cosa podría ser la existencia sino deseperación?




Y J. SARAMAGO, monumental e imprescindible autor contemporáneo, rescribe la escena de esta manera:

El señor le dijo a Abraham, llévate contigo a su único hijo, isaacs, a quien tanto quieres, vete a la región del moria, y me lo ofreces en sacrificio sobre uno de los montes. El lector ha leído bien, el señor ordenó a abraham que le sacrificase al propio hijo, con la mayor simplicidad, como quien pide un vaso de agua cuando se tiene sed, lo que significa que era costumbre suya y muy arraigada. Lo lógico, lo natural, lo simplemente humano hubiera sido que abraham mandara al señor a la mierda, pero no fue así.
(…) Imaginemos un diálogo entre el frustrado verdugo y la víctima salvada in extremis. Preguntó isaac, padre, qué mal te he hecho para que quisieras matarme, a mí que soy tu único hijo, Mal no me has hecho, isaac, Entonces por qué quisiste cortarme el cuello como si fuese un borrego, preguntó el chiquillo, …La idea fue del señor que quería la prueba, La prueba de qué, De mi fe, de mi obediencia, Y qué señor es ese que ordena a un padre que mate a su propio hijo, Es el señor que tenemos, el señor de nuestros antepasados, el señor que estaba aquí cuando nacimos, Y si ese señor tuviera un hijo, también lo mandaría matar, preguntó isaac, El futuro lo dirá, Entonces el señor es capaz de todo, de lo bueno y de lo malo y de lo peor,…


J. SARAMAGO, Caín


1ª Etapa. SOLUCIÓN

La persona de la foto es Marlon Brando, inmenso actor, en el papel de Kurtz, un militar que, en la guerra de Vietnam, ha decidido salirse de la disciplina militar e iniciar una delirante guerra por su cuenta al mando de un ejército no menos trastornado.
Otro militar, el capitán WILLARD, interpretado por Martin Sheen, recibe, del alto mando estadounidense, la orden de buscarlo, encontrarlo y matarlo.
Estamos, naturalmente en una película, Apocalypse Now, imprescindible film, una auténtica obra maestra del cine.

Pero esa película está inspirada, aunque de lejos, en una novela, El corazón de las tinieblas, de J. Conrad, en la que la búsqueda de Kurtz, un traficante de marfil, le corresponde a un marinero llamado MARLOW, que debe adentrarse, para ello, en las selvas del río Congo.



CLASIFICACIÓN DE LA ETAPA: en el blog colectivo, http://naufragosdeljucar.blogspot.com/



PRÓXIMA ETAPA: viernes, 18; 16:30 horas

Descubre, desvela, desenmascara los cuentos

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan solo lo que he visto.

Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.

Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.

LEÓN FELIPE, Sé todos los cuentos

Y alguien (lástima no saber su nombre) que lo recita:



Y otro que lo musica y lo canta.
Nada más y nada menos que PACO IBÁÑEZ. Para ponerse de pie.

El valor de la desobediencia





Reyes, sacerdotes, señores feudales, patrones de industrias y padres han insistido durante siglos en que la obediencia es una virtud y la desobediencia es un vicio. Para presentar otro punto de vista, enfrentemos esta posición con la formulación siguiente: la historia humana comenzó con un acto de desobediencia, y no es improbable que termine por un acto de obediencia.

Según los mitos de hebreos y griegos, la historia humana se inauguró con un acto de desobediencia. Adán y Eva, cuando vivían en el Jardín del Edén, eran parte de la naturaleza; estaban en armonía con ella, pero no la trascendían. Estaban en la naturaleza como el feto en el útero de la madre. Eran humanos, y al mismo tiempo aún no lo eran. Todo esto cambio cuando desobedecieron una orden. Al romper vínculos con la tierra y madre, al cortar el cordón umbilical, el hombre emergió de una armonía prehumana y fue capaz de dar el primer paso hacia la independencia y la libertad.
El acto de desobediencia liberó a Adán y a Eva y les abrió los ojos. Se reconocieron uno a otro como extraños y al mundo exterior como extraño e incluso hostil. Su acto de desobediencia rompió el vínculo primario con la naturaleza y los transformó en individuos. El “pecado original”, lejos de corromper al hombre, lo libero; fue el comienzo de la historia. El hombre tuvo que abandonar el Jardín del Edén para aprender a confiar en sus propias fuerzas y llegar a ser plenamente humano.
Los profetas, con su concepción mesiánica, confirmaron la idea de que el hombre había tenido razón al desobedecer; que su “pecado” no lo había corrompido, sino que lo había liberado de las cadenas de la armonía prehumana. Para los profetas la historia es el lugar en que el hombre se vuelve humano; al irse desplegando la historia el hombre desarrolla sus capacidades de razón y de amor, hasta que crea una nueva armonía entre el, sus congéneres y la naturaleza. Esta nueva armonía se describe como “el fin de los días”, ese periodo de la historia en que hay paz entre el hombre y el hombre, y entre el hombre y la naturaleza. Es un “nuevo” paraíso creado por el hombre mismo, y que él solo pudo crear porque se vio forzado a abandonar el “viejo” paraíso como resultado de su desobediencia.

Como para el mito hebreo de Adán y Eva, también para el mito griego de Prometeo toda la civilización humana se basa en un acto de desobediencia. Prometeo, al robar el fuego a los dioses, echó los fundamentos de la evolución del hombre. No habría historia humana si no fuera por el “crimen” de Prometeo. Él, como Adán y Eva, es castigado por su desobediencia. Pero no se arrepiente ni pide perdón. Por el contrario, dice orgullosamente: “Prefiero estar encadenado a esta roca, antes que ser el siervo obediente de los dioses”.

El hombre continuó evolucionando mediante actos de desobediencia. Su desarrollo espiritual solo fue posible porque hubo hombres que se atrevieron a decir no a cualquier poder que fuera, en nombre de su conciencia y de su fe, pero además su evolución intelectual dependió de su capacidad de desobediencia -desobediencia a las autoridades que trataban de amordazar los pensamientos nuevos, y a la autoridad de acendradas opiniones según las cuales el cambio no tenía sentido-.
Si la capacidad de desobediencia constituyó el comienzo de la historia humana, la obediencia podría muy bien, como he dicho, provocar el fin de la historia humana. No estoy hablando en términos simbólicos o poéticos. Existe la posibilidad, o incluso la probabilidad, de que la raza humana destruya la civilización y también toda la vida sobre la tierra en los cinco o diez años próximos. Esto no tiene ninguna racionalidad ni sentido. Pero el hecho es que si bien estamos viviendo técnicamente en la Era Atómica, la mayoría de los hombres -incluida la mayoría de los que están en el poder- viven aun emocionalmente en la Edad de Piedra; que si bien nuestras matemáticas, astronomía y ciencias naturales son del siglo XX, la mayoría de nuestras ideas sobre política, el Estado y la sociedad están muy rezagadas respecto de la era científica. Si la humanidad se suicida, será porque la gente obedecerá a quienes le ordenan apretar los botones de la muerte; porque obedecerá a las pasiones arcaicas de temor, odio y codicia; porque obedecerá a clichés obsoletos de soberanía estatal y honor nacional.


(...)

Pero no quiero significar que toda desobediencia sea una virtud y toda obediencia sea un vicio. Tal punto de vista ignoraría la relación dialéctica que existe entre obediencia y desobediencia.
Cuando los principios a los que se obedece y aquellos a los que se desobedece son inconciliables, un acto de obediencia a un principio es necesariamente un acto de desobediencia a su contra-parte, y viceversa.
Antígona constituye el ejemplo clásico de esta dicotomía. Si obedece a las leyes inhumanas del Estado, Antígona debe desobedecer necesariamente a las leyes de la humanidad. Si obedece a estas últimas, debe desobedecer a las primeras. Todos los mártires de la fe religiosa, de la libertad y de la ciencia han tenido que desobedecer a quienes deseaban amordazarlos, para obedecer a su propia conciencia, a las leyes de la humanidad y de la razón. Si un hombre solo puede obedecer y no desobedecer, es un esclavo; si solo puede desobedecer y no obedecer, es un rebelde (no un revolucionario); actúa por cólera, despecho, resentimiento, pero no en nombre de una convicción o de un principio.




(...)

¿Por qué se inclina tanto el hombre a obedecer y por qué le es tan difícil desobedecer? Mientras obedezco al poder del Estado, de la Iglesia o de la opinión publica, me siento seguro y protegido. En verdad, poco importa cuál es el poder al que obedezco. Es siempre una institución, u hombres, que utilizan de una u otra manera la fuerza y que pretenden fraudulentamente poseer la omnisciencia y la omnipotencia. Mi obediencia me hace participar del poder que reverencio, y por ello me siento fuerte. No puedo cometer errores, pues ese poder decide por mi; no puedo estar solo, porque él me vigila; no puedo cometer pecados, porque él no me permite hacerlo, y aunque los corneta, el castigo es solo el modo de volver al poder omnímodo.
Para desobedecer debemos tener el coraje de estar solos, errar y pecar. Pero el coraje no basta.
La capacidad de coraje depende del estado de desarrollo de una persona. Solo si una persona ha emergido del regazo materno y de los mandatos de su padre, solo si ha emergido como individuo plenamente desarrollado y ha adquirido así la capacidad de pensar y sentir por si mismo, puede tener el coraje de decir “no” al poder, de desobedecer. Una persona puede llegar a ser libre mediante actos de desobediencia, aprendiendo a decir no al poder. Pero no solo la capacidad de desobediencia es la condición de la libertad; la libertad es también la condición de la desobediencia. Si temo a la libertad no puedo atreverme a decir “no”, no puedo tener el coraje de ser desobediente. En verdad, la libertad y la capacidad de desobediencia son inseparables; de ahí que cualquier sistema social, político y religioso que proclame la libertad pero reprima la desobediencia, no puede ser sincero.

(...)

La lucha contra la autoridad en el Estado y también en la familia era a menudo la base misma del desarrollo de una persona independiente y emprendedora. La lucha contra la autoridad era inseparable de la inspiración intelectual que caracterizaba a los filósofos del Iluminismo y a los hombres de ciencia. Esta “inspiración critica” se traducía en fe en la razón, y al mismo tiempo en duda respecto de todo lo que se dice o piensa, en tanto se base en la tradición, la superstición, la costumbre, la autoridad. Los principios sapere aude y de omnibus est dubitandum -“atrevete a usar tu sensatez” y “hay que dudar de todo” -eran característicos de la actitud que permitía y promovía la capacidad de decir “no”.

El caso de Adolf Eichmann es simbólico de nuestra situación y tiene un significado que va mucho más allá del que les preocupaba a sus acusadores en el tribunal de Jerusalén. Eichmann es un símbolo del hombre-organización, del burócrata alienado para el cual hombres, mujeres y niños se han transformado en números. Pero lo que más impresiona respecto de este, es que después de relatados todos los hechos con su propia admisión, procedió con perfecta buena fe a alegar su inocencia. Está claro que si volviera a encontrarse en la misma situación, lo haría de nuevo. Y también lo haríamos nosotros -y lo hacemos-.
El hombre-organización ha perdido su capacidad de desobedecer, ni siquiera se da cuenta del hecho de que obedece. En este punto de la historia, la capacidad de dudar, de criticar y de desobedecer puede ser todo lo que media entre la posibilidad de un futuro para la humanidad, y el fin de la civilización.




E. FROMM, La desobediencia como problema psicológico y moral (1961)


En PARA SABER aún MÁS, tienes el artículo completo.

Enfrentarse a los malhechores (de Wall Street)

Aquí está pasando algo. No está claro exactamente lo que es, pero puede que por fin estemos asistiendo a la aparición de un movimiento popular que, a diferencia del Tea Party, está enfadado con la gente con la que hay que estar enfadado.

Cuando empezaron las manifestaciones de Ocupa Wall Street, hace tres semanas, la mayoría de los medios informativos desdeñaban los incidentes, si es que se dignaban a mencionarlos. Por ejemplo, después de nueve días de manifestaciones, la Radio Pública Nacional no había dado la más mínima información sobre ellos.
Por tanto, el hecho de que las manifestaciones no solo hayan continuado, sino que además hayan crecido y acabaran volviéndose demasiado importantes para ignorarlas, es una prueba de la pasión de los que participan en ellas. Ahora que los sindicatos y un número cada vez mayor de demócratas expresan al menos un apoyo matizado a los manifestantes, Ocupa Wall Street empieza a parecerse a un acontecimiento importante que, con el tiempo, incluso podría llegar a considerarse un punto de inflexión.

¿Qué podemos decir de las manifestaciones? Lo primero es lo primero: la acusación de los manifestantes de que Wall Street es una fuerza destructiva, económica y políticamente es totalmente acertada.
Un cinismo agotador y la certeza de que nunca se hará justicia se han apoderado de una gran parte de nuestro debate político y, sí, yo mismo he sucumbido a veces. Mientras tanto, ha resultado fácil olvidar lo escandalosa que es realmente la historia de nuestras desgracias económicas. Por eso, en caso de que lo hayan olvidado, ha sido una obra en tres actos.

En el primer acto, los banqueros se aprovecharon de la liberalización para desmandarse (y pagarse unas espléndidas sumas), inflando unas enormes burbujas mediante unos préstamos temerarios. En el segundo acto, las burbujas se pincharon, pero los contribuyentes rescataron a los banqueros, con muy pocos compromisos a cambio, aunque los trabajadores normales y corrientes seguían sufriendo las consecuencias de los pecados de los banqueros. Y en el tercer acto, los banqueros mostraron su agradecimiento volviéndose contra la gente que les había salvado y proporcionando su apoyo -y la riqueza que seguían poseyendo gracias a los rescates- a los políticos que prometieron mantener sus impuestos bajos y eliminar la moderada normativa que se estableció a raíz de la crisis.

Teniendo en cuenta esta historia, ¿cómo es posible no aplaudir a los manifestantes por tomar finalmente partido?
Es verdad que algunos de los manifestantes van vestidos de forma extraña o tienen lemas que parecen absurdos, lo que es inevitable dado el carácter abierto de los acontecimientos. Pero ¿y qué? A mí, al menos, me ofende mucho más ver a unos plutócratas con trajes de corte exquisito, que deben su permanente riqueza a las garantías del Gobierno y se quejan de que el presidente Obama ha dicho cosas malas sobre ellos, que ver a unos jóvenes desharrapados denunciando el consumismo.

Tengan en cuenta también que la experiencia ha dejado penosamente claro que los hombres trajeados no solo no tienen ningún monopolio sobre la sabiduría, sino que además tienen muy poca sabiduría que ofrecer. Cuando los bustos parlantes de, pongamos por caso, la CNBC se mofan de los manifestantes por su falta de seriedad, recuerden cuántas personas serias nos aseguraron que no había una burbuja de la vivienda, que Alan Greenspan era un oráculo y que los déficits presupuestarios harían que se dispararan los tipos de interés. Una crítica mejor a los manifestantes es su falta de reivindicaciones políticas concretas. Seguramente resultaría útil que los manifestantes se pudieran poner de acuerdo sobre al menos algunos cambios políticos que les gustaría ver promulgados. Pero no deberíamos conceder demasiada importancia a la falta de concreción. Está claro qué clase de cosas quieren los manifestantes de Ocupa Wall Street, y en realidad es a los intelectuales políticos y a los políticos a quienes les corresponde la labor de completar los detalles.

Rich Yeselson, un experto organizador e historiador de movimientos sociales, ha sugerido que la ayuda para las deudas de los estadounidenses que trabajan sea uno de los temas centrales de las manifestaciones. Yo lo secundo, porque dicha ayuda, además de hacer justicia económica, podría contribuir en gran medida a la recuperación de la economía. Y sugeriría que los manifestantes también exijan inversiones en infraestructuras -no más recortes de impuestos- para ayudar a crear puestos de trabajo. Ninguna propuesta va a convertirse en ley en el actual clima político, pero la razón principal de las protestas es cambiar ese clima político.

Y ello abre verdaderas oportunidades políticas. No, por supuesto, para los republicanos de hoy día, que instintivamente se ponen de parte de los que Theodore Roosevelt apodaba los malhechores de gran riqueza. Mitt Romney, por ejemplo, quien, dicho sea de paso, probablemente pague menos impuestos con respecto a sus ingresos que muchos estadounidenses de clase media, condenó rápidamente las manifestaciones llamándolas “guerra de clases”.
Pero a los demócratas se les está brindando lo que equivale a una segunda oportunidad. El Gobierno de Obama ya desperdició antes una gran cantidad de posible buena voluntad al adoptar unas medidas benignas con los banqueros que no consiguieron poner en marcha una recuperación económica, y eso que los banqueros devolvieron el favor volviéndose en contra del presidente. Ahora, sin embargo, el partido de Obama tiene la oportunidad de empezar de cero. Lo único que tiene que hacer es tomarse esas manifestaciones tan en serio como merecen tomarse.
Y si las manifestaciones incitan a algunos políticos a hacer lo que deberían haber estado haciendo desde el principio, Ocupa Wall Street habrá sido un éxito clamoroso.


Paul KRUGMAN es profesor de economía en Princeton y premio Nobel de 2008.


EL PAÍS, 9/10/2011

¿Por qué fue condenado Sócrates?



H. ARENDT nos trae una respuesta, una explicación:



No hay pensamientos peligrosos: pensar es en sí mismo peligroso; igualmente peligroso para todas las creencias pues por sí mismo no genera un nuevo credo.
(…)
Volvamos a Sócrates. Los atenienses le dijeron que pensar era subversivo, sabían bien que el viento del pensamiento es un huracán que barre todos los signos establecidos a través de los cuales los hombres se orientan, trayendo desorden a las ciudades y confusión a los ciudadanos especialmente a los jóvenes.



Pudiera ser que sí, que pensar fuera peligroso.
Pero ¿no pensar no lo es? ¿lo es menos?


Sin embargo, el no pensar, que parece un estado tan recomendable para los asuntos políticos y morales, tiene también sus peligros. Al sustraer a la gente de los peligros del examen crítico, se les enseña a adherirse inmediatamente a cualquiera de las reglas de conducta vigentes en una sociedad dada y en un momento dado. Se habitúan entonces menos al contenido de las reglas -un examen detenido de ellas los llevaría siempre a la perplejidad- que a la posesión de reglas bajo las cuales subsumir particulares. En otras palabras, se acostumbran a no tomar nunca decisiones.

H. ARENDT, De la historia a la acción

1º ETAPA


¡¡ESTAMOS AQUÍ DE NUEVO!!
Pero con fuerzas e intelectos renovados.

Los grandes exploradores de la historia, una vez concluida una expedición, y después de retirarse un tiempo a restañar heridas, descansar cansancios, saciar hambre y sed, retornan a su interminable labor de búsquedas e averiguaciones. Probablemente su vida no tendría sentido sin el viaje, el riesgo, el fracaso siempre acechante, los peligros, el esfuerzo por llegar y la ambición por ir más allá.
Igual que nosotros., que después de un largo e intenso año de aventuras, volvemos, con afanes imperecederos –espero- a la tarea sin final que es la exploración y los enigmas.

Pero eso sí; ya han demostrado muchos de entre nosotros, su calidad como exploradores, aventureros; reconozcámoslo y reconozcámoslos.
Su carácter firme, inquebrantable; su determinación férrea, su ánimo imperturbable, ataráxico incluso; su intrepidez casi temeraria, sus espaldas, anchas, para soportar el fracaso y levantarse de nuevo una vez que se ha caído. Como los grandes, igual que ellos, los mejores exploradores de la historia, aquellos que alcanzaron gloria eterna.

Ahora comenzamos otra vez: nuevos retos nos esperan, nuevos enigmas, más exigentes aún, nos aguardan. ¿Qué tendremos al final de la aventura? Dicen que premios, recompensas, aplausos, homenajes,… ¡qué nos importa a nosotros esas insignificancias, esas bagatelas!




Lo que queremos, lo que nos anima es el modelo de los más grandes, seguir su ejemplo; de aquellos que lograron enfrentarse a las obstáculos, superar los infortunios, y proseguir sin desfallecer en su afán … y sobre todo que consiguieron afrontar sus miedos: a lo desconocido (dicen algunos, alumnos de 1º de Bachillerato, que existe); al fracaso, e incluso miedo al propio miedo; pero también otros más normales al desamparo y la inseguridad, a la enfermedad, las heridas, y, en último extremo, a la muerte.

Miedo es el gran enemigo del aventurero, pero también su inseparable compañero; miedo que hay que saber controlar, limitar, que no eliminar (¿alguien cree posible erradicar el miedo de la vida?).
Enfrentar y desafiar los miedos, ésa es una de las inevitables condiciones de la aventura.



Así pues, ésa es nuestra tarea hoy y nuestra primera etapa





AFRONTAR LOS MIEDOS




Afrontar el miedo … precisamente lo que tuvo que hacer aquél a quien vamos a buscar.
De otro modo no puede entenderse que alguien sea capaz de buscar desesperadamente, hasta el límite de sus fuerzas, hasta los confines del mundo, a este hombre que aparece por aquí debajo, de no retroceder ante el espanto que sin duda alguna suscita a su alrededor.


Y, según parece, toda esa búsqueda está rodeada de mucha confusión, porque, según se desprende de algunos documentos, no es solo uno sino que, en realidad, son dos los arriesgados y temerarios exploradores que van en su busca. Aumenta el lío cuando dicen unos que el explorador era un marinero, y otros que era un militar. Y esa confusión se vuelve desorden casi total cuando atendemos al hecho de que, unos dicen que su búsqueda y encuentro final se produjo en África, y otros que fue en Asia.








La tarea: encontrar a quien encuentra, localizar a quien localiza: ¿Quién busca a ese personaje?
Y, naturalmente, resolver esa confusión tan borrosa.
La pista: ¿necesitan avezados exploradores pistas, recién comenzada la aventura? Naturalmente que no. Es decir que, de momento, no hay pistas.
Plazo: desde ahora mismo hasta el miércoles 16/XI/11; 16:00 horas.



Puntuaciones:
1º respuesta válida: 20 puntos
2º respuesta válida: 15 puntos
3º - 5º respuestas válidas: 10 puntos
6º - 10º respuestas válidas: 8 puntos
11º respuesta y siguientes: 5 puntos

Obedecer las leyes

Estamos, otra vez, de vuelta a Sócrates, y a su muerte.

El juicio terminó hace ya unos días, la sentencia tiene que posponerse, el maestro permanece encarcelado en espera de su cumplimiento. Pero algunos discípulos no se resignan al fatal desenlace y han realizado el último intento: de la mano de Critón han planificado un plan de huida, y es el mismo Critón el que ha ido a exponérselo al maestro tratando asimismo de convencerlo para que lo siga y ponga su vida a salvo.



Y no es poco el esfuerzo que éste ha hecho en ese intento. Conociendo a Sócrates como debe conocerlo, sabe que solo a través de la reflexión y la argumentación será capaz de persuadirlo.




Sin embargo, ese enorme esfuerzo ha sido finalmente en vano. Sócrates ha rechazado el plan de huida, ha rechazado salvar su vida al precio de incumplir la sentencia, de incumplir las leyes.




En la justificación de su actitud, ha hecho venir a las Leyes, con las que ha mantenido este memorable diálogo:




Si cuando nosotros estemos a punto de escapar de aquí, o como haya que llamar a esto, vinieran las leyes y el común de la ciudad y, colocándose delante, nos dijeran: «Dime, Sócrates, ¿qué tienes intención de hacer? ¿No es cierto que, por medio de esta acción que intentas, tienes el propósito, en lo que de ti depende, de destruirnos a nosotras y a toda la ciudad? ¿Te parece a ti que puede aún existir sin arruinarse la ciudad en la que los juicios que se producen no tienen efecto alguno, sino que son invalidados por particulares y quedan anulados?» ¿Qué vamos a responder, Critón, a estas preguntas y a otras semejantes? ¿Acaso les diremos: «La ciudad ha obrado injustamente con nosotros y no ha llevado el juicio rectamente»? ¿Les vamos a decir eso?
CRIT. - Sí, por Zeus, Sócrates.
SÓC .- Pero entonces ellas dirían: “Tenemos grandes pruebas, Sócrates, de que nosotras y la ciudad te parecemos bien. En efecto, de ningún modo hubieras permanecido en la ciudad más destacadamente que todos los otros ciudadanos, si ésta no te hubiera agradado especialmente, sin que hayas salido nunca de ella. Aún más, te hubiera sido posible, durante el proceso mismo, proponer para ti el destierro, si lo hubieras querido, y hacer entonces, con el consentimiento de la ciudad, lo que ahora intentas hacer contra su voluntad. Entonces tú te jactabas de que no te irritarías, si tenías que morir, y elegías, según decías, la muerte antes que el destierro. En cambio, ahora, ni respetas aquellas palabras ni te cuidas de nosotras, las leyes, intentando destruirnos; obras como obraría el más vil esclavo intentando escaparte en contra de los pactos y acuerdos con arreglo a los cuales conviniste con nosotras que vivirías como ciudadano”.¿Qué vamos a decir a esto, Critón? ¿No es cierto que estamos de acuerdo?
CRIT. - Necesariamente, Sócrates.
SÓC. – “¿No es cierto -dirían ellas- que violas los pactos y los acuerdos con nosotras? Hasta tal punto a ti más especialmente que a los demás atenienses, te agradaba la ciudad y evidentemente nosotras, las leyes. ¿Pues a quién le agradaría una ciudad sin leyes? ¿Ahora no vas a permanecer fiel a los acuerdos? Sí permanecerás, si nos haces caso, Sócrates, y no caerás en ridículo saliendo de la ciudad.
Si tú violas estos acuerdos y faltas en algo, examina qué beneficio te harás a ti mismo y a tus amigos.. Tú mismo, en primer lugar, si vas a una de las ciudades próximas, Tebas o Megara, pues ambas tienen buenas leyes, llegarás como enemigo de su sistema político y todos los que se preocupan de sus ciudades te mirarán con suspicacia considerándote destructor de las leyes; confirmarás para tus jueces la opinión de que se ha sentenciado rectamente el proceso. En efecto, el que es destructor de las leyes, parecería fácilmente que es también corruptor de jóvenes y de gentes de poco espíritu. ¿Acaso vas a evitar las ciudades con buenas leyes y los hombres más honrados? ¿Y si haces eso, te valdrá la pena vivir? O bien si te diriges a ellos y tienes la desvergüenza de conversar, ¿con qué pensamientos lo harás, Sócrates? ¿Acaso con los mismos que aquí, a saber, que lo más importante para los hombres es la virtud y la justicia, y también la legalidad y las leyes? ¿No crees que parecerá vergonzoso el comportamiento de Sócrates? Hay que creer que sí.
Pues bien, si te vas ahora, te vas condenado injustamente no por nosotras, las leyes, sino por los hombres. Pero si te marchas tan torpemente, devolviendo injusticia por injusticia y daño por daño, violando los acuerdos y los pactos con nosotras y haciendo daño a los que menos conviene, a ti mismo, a tus amigos, a la patria y a nosotras, nos irritaremos contigo mientras vivas, y allí, en el Hades, nuestras hermanas las leyes no te recibirán de buen ánimo, sabiendo que, en la medida de tus fuerzas has intentado destruirnos. Procura que Critón no te persuada más que nosotras a hacer lo que dice.»
Sabe bien, mi querido amigo Critón, que es esto lo que yo creo oír. Sabe que esto es lo que yo pienso ahora y que, si hablas en contra de esto, hablarás en vano.




PLATÓN, Critón








Si quieres más, ...


recuerda que tenemos una PREGUNTA que surge de ahí


pero también puedes acceder al diálogo entre Critón y Sócrates, en el que aquél defiende la huida del maestro, y éste lo rechaza. En PARA SABER aún MÁS, lo tienes


o aquí, en este enlace, puedes llegar a la obra completa de Platón:



¿Por qué se inclina tanto el hombre a obedecer y por qué le es tan difícil desobedecer?



E. FROMM